Ha sido llegar Zinedine y cambiar todo el diagnóstico del Real Madrid. Los que antes silbaban, ahora ya no pitan. Los que antes venían dispuestos a pitar al equipo, ahora conceden un margen de comprensión, el que nunca disfrutó Benítez. Zidane ha sido recibido como el maná antes de jugar. Todo el ambiente negativo que rodeaba al Real Madrid se ha convertido en positivo. Todo el mundo adora a Zizou y piensa que él, como un dios del fútbol, tiene la solución para los mediocres problemas de una plantilla.
Será verdad o no, pero es cierto que los mitos pueden con todo. Zinedine es un icono del Real Madrid y ha transformado la salud del club. A los dioses se les permite todo. El francés ha demostrado, con su llegada, que el fútbol es un estado de ánimo. Ahora, James e Isco sonríen más que nunca en los entrenamientos. La afición está hambrienta de ídolos y Zidane ha despertado a la madridista, que llena el Bernabéu frente al Deportivo después de dejar 28.000 asientos vacíos frente a la Real Sociedad.
Raymond Domenech asegura que Zidane no es un buen tipo, que es capaz, como mito, de lo mejor y de lo peor. Tendrá quizá razón, él, que le dirigió en la selección francesa. Pero lo cierto es que su nombramiento ha sido un revulsivo para la casa blanca. Es verdad que Francia paralizó sus televisiones para cambiar la programación y comenzar especiales sobre Zidane en cuanto se hizo oficial su nombramiento. Domenech critica ese papanatismo ce su país. Cierto. Pero también demuestra una envidia. Francia se vio paralizada por su propio mito, el que ella generó aunque no quisiera. El mito del niño pobre que nació en un barrio de emigrantes rechazados, en La Castellane, en la Marsella argelina, y llegó a lo más alto solo con su talento para el fútbol.
Ahora, Zizou aborda el más difícil todavía: entrenar al Real Madrid. El mito no tiene fin. Sobre todo, si además le sale bien, con solo dos años de bagaje como técnico. Demostrará que no hace falta experiencia, sino sabiduría, estrella, para triunfar.
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