Hablemos claro, que el Real Madrid viste de blanco satén: los jugadores querían la continuidad de Ancelotti porque no era como su padre, sino como su abuelo. Como ese abuelito que les permitía todos los caprichos. Como decía Kroos, era un oso afable. Para Florentino habría sido fácil escudarse en Carlo para seguir tranquilo. Pero tomó una decisión arriesgada. Desde enero, cuando vio caer al Real Madrid en la Copa frente al Atlético, tomó la determinación de cambiar de técnico. Porque el conjunto blanco vive una descenso paulatino de intensidad en el rendimiento que deseaba combatir con un entrenador más duro. Un bajón de eficacia y de poder de reacción que es evidente desde la temporada pasada. Al equipo le cuesta demasiado remontar un marcador adverso. Y es lo que el presidente ha intentado revolucionar. Pero Benítez, por lo visto y filtrado desde el vestuario, es demasiado duro para los futbolistas, acostumbrados a Carletto.
Pues deberán acostumbrarse de una vez. Y les aconsejaríamos defender a Rafa y salvarle el pellejo. Porque hasta ahora se han escudado en los palos al entrenador. Pero si el madrileño cae, los disparos irán contra Ramos, contra Bale, contra Kroos, contra James, contra Jesé, que no para de desaprovechar oportunidades, por no mencionar más nombres. Porque la temporada de todos ellos es lamentable. Algunos juegan mal desde enero del año pasado. Que se miren al espejo y sean sinceros. Vaya rendimiento, señores.
Si viene Zidane o Víctor Fernández, ellos no tendrán culpa de nada. Y si los resultados no llegan, los señalados serán los futbolistas. Y si en mayo no hay títulos, al final caerán unos cuantos. El Real Madrid no puede estar dos años sin títulos. Y, sobre todo, no puede seguir dando esa imagen de falta de nervio y de carácter en el campo. Es verdad que los pitos afectan. Pero también es verdad que si no se juega bien hay que luchar hasta la agonía. Y algunos parecen no darse por señalados. Pues la diana empieza a girar hacia el vestuario. Ustedes sabrán, señores.
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