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Blogs Tiro al blanco por Tomás González-Martín

Se cumplen sesenta años del estreno del entrenador más laureado del Real Madrid, Miguel Muñoz

Se cumplen sesenta años del estreno del entrenador más laureado del Real Madrid, Miguel Muñoz
ALFREDO DI STÉFANO RECIBIÓ LA LAUREADA DE ORO Y BRILLANTES DEL REAL MADRID, ANTES DEL PARTIDO ENTRE EL REAL MADRID Y EL ATLÉTICO DE MADRID., QUE FINALIZÓ CON EL RESULTADO DE REAL MADRID 3, ATLÉTICO DE MADRID 1. EN LA IMAGEN, DI STÉFANO CON MIGUEL MUÑOZ.
Tomás González-Martín el

Madrileño de pura cepa, en los años sesenta salía del Bernabéu caminando hacia su casa del Paseo de la Habana después de dirigir al Real Madrid. Lo hizo 601 veces en Liga desde el banquillo, más de 800 en total, y la chiquillería le perseguía mientras él sonreía con la tranquilidad que le definía. Contaba Pedro de Felipe que Miguel Muñoz era el entrenador más listo que había conocido en su vida. El central, un portento físico, le tuvo siempre como técnico en el Real Madrid. «Yo me quería comer el mundo a mis veinte años y subía al ataque, hasta que Don Miguel me cogió y me dijo bien claro: yo no le quiero a usted para que suba a meter goles, para eso ya tengo a Pirri, Amancio y Gento, yo le quiero a usted para que frene a los contrarios y si no le gusta, le quito y pongo a otro defensa». De Felipe no dejó su puesto de la retaguardia nunca más. Militó en el conjunto blanco ocho temporadas. Muñoz dirigió al equipo durante casi tres lustros, desde 1959 a 1974. El 22 de febrero se cumplen sesenta años del estreno de Miguel Muñoz como máximo responsable del Real Madrid, el preparador más laureado de la leyenda del club, con nueve Ligas y dos Copas de Europa bajo su gestión.

José Emilio Santamaria dice de él: «Miguel Muñoz era muy inteligente, no venía a decir a las figuras cómo tocar la pelota, quería explotar nuestras virtudes»

 Fue el primer técnico en ganar la Copa de Europa como jugador y como entrenador. Celebró tres títulos de corto, entre 1955 y 1958, y marcó el primer gol de la entidad en la competición europea, al Servette. Su exitosa carrera al frente de los banquillos la rubricó con su excelente labor al mando de la selección española, desde 1982 a 1988. Llevó a España a la final de la Eurocopa de 1984, cayó en el Mundial de Méxito 86 ante Bélgica por el maldito penalti de Eloy y fue el hombre que lideró al equipo nacional en el inolvidable 12-1 a Malta. Sus compañeros y pupilos relatan en ABC la historia de un mito del fútbol español.

Marcó una idiosincrasia. Al frente del Real Madrid festejó esas nueve Ligas, dos Copas de Europa, la de 1960 y la yé-yé del 66, más dos Copas y una Intercontinental. «Me echaron porque estaba muy visto», espetó Muñoz cuando le destituyeron del cargo en el 74. Antes había sido futbolista de la casa blanca desde 1948 a 1958. Más de un cuarto de siglo en el club. Su dirección serena, elegante, siempre con una sonrisa, escondía su exigencia respetuosa a cada futbolista en el interior de la cocina. Era un ganador nato. Esa manera de gestionar, discreta pero ambiciosa, se hizo ley en la idiosincrasia del Real Madrid. Molowny, Del Bosque y Zidane fueron ejemplos de esa filosofía de comportamiento.

Amancio Amaro dice de él: «Sabía muy bien lo que quería, a mí no me hacía defender, porque deseaba que yo tuviera gasolina para resolviera arriba”.

Santamaría fue compañero anes que su pupilo y iene muchas historias compartidas con Muñoz: “Jugué junto a Miguel Muñoz en su último año como futbolista, ganamos juntos la Copa de Europa del 58 y después le tuve como entrenador durante siete temporadas», señala José Emilio Santamaría. «José Emilio es uno de los hombres que mejor le conocía», subrayan los compañeros de una época que escribió páginas de oro. «Como jugador, Miguel fue un centrocampista de ataque, brillante, que mordía y soltaba la pelota muy rápido», explica el central. «Hacíamos un fútbol muy práctico y ágil con él en la media, pues arriba Gento era imparable, Alfredo se comía el campo y tanto Kopa como luego Amancio eran delanteros de una gran calidad», destaca el uruguayo.

El Real Madrid que ganó la Copa de Europa yé-yé era el de Miguel. «Tras un año dirigiendo al Plus Ultra, en el 59 pasó a ser primer entrenador y demostró su sabiduría», advierte su compañero y pupilo. «Miguel era muy inteligente. No venía a decir a las figuras cómo debían tocar la pelota, porque todos los jugadores eran de mucho nivel. Lo que quería es que cada hombre se encargara de vigilar a su rival en una época donde mandaban los marcajes. Tenía un sistema de tres defensas, tres medios y cuatro delanteros y pedía explotar nuestras virtudes para abrir los cerrojos de los contrarios. Estuvo catorce años al frente del Real Madrid, el que más tiempo ha dirigido al equipo, porque con él no había figuras ni dentro ni fuera del campo, todos éramos iguales y el único reto era ganar», manifiesta Santamaría. «Era un entrenador muy tranquilo, nada estridente, que sabía muy bien lo que hacía», ensalza Amancio. El gallego le tuvo como técnico desde 1962 a 1974. «Muñoz me daba libertad de acción con el balón, quería que tú mostraras toda tu calidad. A mí no me hacía defender, porque lo importante para él era que yo tuviera gasolina para estar en condiciones y que resolviera en ataque. Me dejaba hacer lo que yo intuía que era lo mejor para encontrar el gol. Sabía llevar bien un equipo. Estuvo catorce años al frente, ganó nueve Ligas y dos Copas de Europa, la última, la del 66, con un equipo totalmente nuevo. Eso lo dice todo».

Pachín dice de él: «Hice todo lo posible para que me entrenara él. Era un fenómeno, muy exigente, quería más y más triunfos».

Pachín vivió con Muñoz toda su carrera en el conjunto blanco. Para el cántabro, el técnico fue un adelantado a su tiempo: «Miguel fue un fenómeno como entrenador y como persona fue todavía mejor. Hice todo lo posible para coincidir con él al mando y lo conseguí. Era muy exigente porque el Real Madrid ganaba y Miguel quería más y más triunfos. Por eso logró nueve Ligas y dos Copas de Europa. Yo fui titular en la final de 1966 en Bruselas. Teníamos un gran equipo y él sabía cómo dirigirlo».

Santillana dice de él: «Miguel marcó mi carrera y mi vida; vine con 19 años, tenía muchas cosas que mejorar y tuvo paciencia, me hizo jugar, vio mi potencial».

El madrileño tuvo al mando a grandes estrellas, pero el final de los año sesenta presentaba un cambio de estilo en el fútbol y también supo descubrir a futuros valores para convertirlos en figuras. Santillana siempre le estará agradecido a Muñoz. Vio una veta de oro por pulir, le otorgó la confianza para triunfar y tuvo la paciencia para conseguirlo. Repitió la política que el club aplicó con Gento en 1953, que él vivió en primera línea.

Vicente Miera dice de él: «Estuve ocho años a sus órdenes, tenía una mano especial; luego me llamó para ser su ayudante en la selección y enseñó toda su sabiduría».

«Muñoz ha significado mucho en mi vida y en mi carrera», destaca Santillana. «Cuando vine al Real Madrid tenía 19 años y una gran ilusión, pero me faltaban muchas cosas técnicas. Llegaba de Segunda a un equipo donde estaban Pirri, Amancio, Velázquez, Zoco y Grosso, que jugaba de falso nueve. Pensaba que me iban a ceder y pedí que si lo hacían me devolvieran al Racing, para no moverme de casa. Pero Muñoz confió en mí, tuvo mucha paciencia y me sacó constantemente. Vio mi potencial, que tenía que explotar mis cosas innatas. Mi carrera avanzó rápidamente gracias a su fe».

La educación de Muñoz como gestor dejó en segundo plano una mano dura con buenas palabras, dichas en un tono bajo, sencillo. Quien no cumplía perdía el puesto. Todos lo sabían.

Sí se cumplen 60 años del estreno de Miguel Muñoz como técnico y para muchos está cerca en su retina. Parece que fue ayer. Se produjo el 22 de febrero de 1959. Estuvo al mando del conjunto blanco hasta 1974. Pero su sabiduría como entrenador del Real Madrid la traspasó al equipo nacional. Pablo Porta acertó al elegir a Muñoz como seleccionador en 1982. El 21 de diciembre de 1983, España goleó a Malta por 12-1. Santillana y Rincón marcaron cuatro goles cada uno. La foto que acompaña a estas líneas expresa el bullicio del triunfo.

Miera dice de él: «Miguel tenía una mano especial. Tras ser jugador a sus órdenes, trece años después, en el 82, me llamó para que fuera su ayudante en la selección española. Demostró toda su sabiduría; vivimos una buena época con España, teníamos un gran equipo».

Nuestra selección se clasificó para la Eurocopa 1984 y realizó un gran torneo, hasta llegar a la final. España volvió a brillar en el Mundial 86, con Butragueño y el 5-1 a Dinamarca. Cayó en cuartos de final ante Bélgica por el penalti que falló Eloy. Dejó de ser seleccionador en 1988, cuando Villar prefirió a Luis Suárez.

Santillana dice de él: «La confianza de Miguel Muñoz en mí, en el Real Madrid, se trasladó a la selección española; inolvidable el 12-1 a Malta, cuando hice cuatro goles. Muñoz marcó mi vida y mi carrera».

Vicente Miera elogia a Muñoz en una convivencia que duró tres décadas. «Estuve ocho años en el Real Madrid a sus órdenes como jugador y trece años más tarde, en 1982, me llamó para que fuera su ayudante en la selección española, en la que pasamos seis años excelentes. Miguel tenía una mano especial. Cuando fui su jugador me corregía, era un gran entrenador. Dirigió una etapa excelente del Madrid. Y como seleccionador demostró todo lo que sabía en el fútbol».

Santillana remata esa buena dirección con España: «Su confianza en mí la trasladó a la selección. Inolvidable el 12-1 a Malta, hice cuatro goles. Muñoz marcó mi vida». Y la de muchos jugadores que fueron grandes con él. Sesenta años del entrenador más laureado de la legendaria historia del Real Madrid. Una leyenda que él creó como jugador y entrenador desde 1948 a 1974.

 

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