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Blogs Tiro al blanco por Tomás González-Martín

Piqué imita el victimismo de Cruyff

Tomás González-Martín el

La filosofía de Piqué de criticar a lo largo de la temporada que el arbitraje es corrupto, porque es madridista, sin sanción por parte de Villar y su Federación, inmerso en juicios y peligros, es una campaña para justificar la debilidad del Barcelona, evidente en Liga y Champions. Pregona con comentarios como “ya sabemos cómo está montado todo esto” la supuesta corrupción de los jueces en favor del Real Madrid. “No me gusta lo que se monta en el palco del Real. Bien sabe Piqué que no es cierto. Entre otras cosas, porque Villar fue reelegido frente a su opositor Otero, hace una década, gracias a los votos catalanes fraguados por Laporta, y el Barcelona ha sido criticado precisamente durante años de sacar provecho de aquello con arbitrajes históricos a su favor.
Ahora, Piqué intenta cubrir la flojedad de este Barcelona, que no encuentra relevo a Puyol, a Xavi y a Iniesta, en los arbitajes. Y traspasa la presunta corrupción de los colegiados de la Federación (¿Villar, insisto, no hay sanción?) a la UEFA, al poner en duda también los arbitrajes que vive el conjunto blanco en la Champions. El que mucho estira poco aprieta y al final la cuerda se rompe por la cruda realidad, que es que el PSG endosó cuatro goles al Barcelona en París y la Juventus otros tres en Turín. Y eso no es cuestión del Real Madrid.
La cruda verdad es que el colegiado del Barcelona-PSG, lo peor que he visto en mi vida, clasificó al Barcelona con ayudas constantes en tal medida que el club francés presentó a la UEFA una carta con diez decisiones injustas en su contra que permitieron el 6-1 del conjunto azulgrana. Con la Juventus ya no hubo ayuda. Y el partido acabó sin goles. Eliminado el Barcelona sin hacer ni un solo gol a la Juventus. Sintomático.
Piqué puso puntos suspensivos en las redes sociales, su clásico mensaje de poner en duda la realidad del triunfo madridista de turno, después del 4-2 frente al Bayern. Ayer, tras caer ante el equipo italiano, no hubo puntos suspensivos. No había nada que decir.
Los puntos suspensivos se los guarda para el clásico. Su campaña orquestada nació hace muchos meses con el fin de llegar a esta situación. Si el Barcelona pierde, siempre será por los árbitros que apoyan al Real Madrid. Piqué imita el victimismo histórico de Cruyff, que cuando el Barcelona caía ante los blancos forzaba su expulsión con protestas constantes para enmarañar las derrotas en una supuesta corrupción manifiesta contra él y el barcelonismo. Está muy visto. Aquel victimismo lo reconocen hasta los dirigentes de los periódicos deportivos barcelonistas. Eso sí, lo han reconocido dos décadas más tarde, desde que el Barcelona dio un salto adelante al ganar vaias Champions y Ligas para dejar por fin de llorar.
Ahora, Piqué llora. Y cuando un grande llora es que hay crisis interna. Porque la prensa catalana también reconoce que los árbitros benefician a Barcelona y Real Madrid en España para no tener que soportar la presión mediática de un fallo en contra de uno de los dos. Tienen miedo al error. Y les ayudan por terror. En caso de duda, señalan a favor de los dos grandes. Eso es lo que debería exigir Piqué, igualdad para los otros 18 equipos de la Liga. No, pide que no se ayude al Madrid.
Piqué enmaraña la situación de la Champions y de nuestro campeonato español en un confabulación judeomasónica de FEF y UEFA a favor del Real Madrid. Da pena. Risa del simplismo.
Su estrategia está armada, preparada, lista para saltar. Ahora, Gerard ha puesto a los pies de los caballos al colegiado del clásico. En cuanto cometa un fallo en contra del Barcelona hablará de la corrupción a favor del Madrid. Lo primero que ha conseguido es lo que busca, que ante la duda no pite en contra del conjunto catalán. Y si el juez de la contienda perjudica al Madrid, siempre podrá decir que le han ayudado mucho antes. Tiene salida fácil. Pero si, a pesar de todo, el Real Madrid vence, se justificará en el más nimio error de un fuera de fuego porque el brazo de Cristiano está por delante del suyo diez centímetros o porque la falta del borde del área no era falta o porque el saque de esquina era saque de puerta. Debería preguntarse todas estas cosas tras el Barcelona-PSG. No, puso puntos suspensivos tras el 4-2 del Madrid al Bayern, que solo por ver rabiar al xenófobo Rumennigge, que dijo en el Palace hace dos años que las bombillas funcionan mal porque estaba en España, merecería que se repitiera el partido y todas sus secuencias. En esta última visita, Rumenigge se ha quejado en un hotel español de que algo funcionaba mal porque sería obra de un maldito húngaro, recordando a Kassai. Rumenigge recuerda a la Alemania de hace sesenta y cinco años. Debería pensárselo el Bayern. Y debería pensárselo Piqué. No puede justificar la crisis del Barcelona en los colegiados. El argumento es muy pobre. De fracasados. Y Gerard no es un fracasado.
Ramos ha contestado a Piqué que debería poner muchos puntos suspensivos a la victoria del Barcelona frente al PSG. El líder del Barcelona tiene preparada su artillería mediática tras el clásico. Si pierde, la armará contra el Madrid y el árbitro. Demasiado visto está todo esto. Lo malo es que con sus ataques constantes está dañando el ambiente de la selección española. Ramos, capitán blanco, le responderá siempre. Y las risitas en la concentración de España ya huelen a muy falsas.

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