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Blogs Tiro al blanco por Tomás González-Martín

Homenaje a Chema Candela, el atlético que quería que el Madrid ganara en Europa si su equipo no podía

Se va uno de los mejores compañeros que he tenido, un ángel que siempre entró al capote cuando le picaba con cosas del Madrid. Termino de escribir y se va Tomás Díaz-Miguel, el descubridor de Ángel Nieto. Sus bigotes eran espejo de su simpatía

Homenaje a Chema Candela, el atlético que quería que el Madrid ganara en Europa si su equipo no podía
Tomás González-Martín el
Me quedé en blanco, pálido, cuando me enteré. Solo tenía 59 años y un corazón como el de Miguel Induraín. Se ha ido un gran amigo, José María Candela, Chema para todos, una de las mejores personas que he conocido y que solo tenía un defecto: era colchonero.
Chema acudía al Manzanares desde hace 50 años y al Metropolitano en los últimos tiempos cuando podía. A Candelita le mandé hace unos días un mensaje para picarle: ese que decía que como nos han dado 14 días de cuarentena los madridistas tienen 13 días para ver cada día como ganan una de sus 13 finales y el decimocuarto descansan, mientras que los atléticos tienen Netflix. Candela siempre entraba al trapo y me respondía, claro, que el Madrid les quitó, gracias al contubernio judeomasónico, las finales de 2014 y de 2016.
Chema saltaba siempre, tuviera 59 años o tuviera 30,  porque era del Atlético hasta las trancas.
Dicho esto era todavía más español que otra cosa. José María decía que si el Atlético no seguía en la Copa de Europa, quería que fuera el Madrid quien la ganara, porque era un equipo español. Chema prefería que ganara un equipo español antes que un extranjero. Era español y del Atlético, no antimadridista, aunque en las bromas quisiera parecerlo. No era así. A la hora de la verdad, era muy objetivo. Y muy español. Fue de los que más disfrutó cuando España abrió con Luis la etapa de oro de la selección nacional ¡Cuantas cervezas nos tomamos juntos con Luis Aragonés para hablar de fútbol durante horas!
Cuando sucedió la tragedia, en la madrugada de este 20 de marzo, escuchaba la COPE. Vicios del periodismo. Juanma Castaño y Mónica Marchante dieron la noticia. Lo primero que dijo Mónica, que compartió con Chema y conmigo muchísimos entrenamientos, fue la gran verdad que todos sentíamos: ha muerto una de las mejores personas que hemos conocido. Eso es lo que yo quería decir también en ese momento.
Quise mandar un mensaje a Juanma y a Mónica, pero no pude. Me quedé sin poder enviarlo, meditando todas las andanzas compartidas con Chema. Me quedé en blanco cuando escuché la noticia, expuesta inicialmente por los compañeros de Radio Nacional, la casa de Chema. Yo estaba escribiendo para la web de ABC la amenaza que el presidente de Serbia hacía a Jovic si salía de casa, lo arrestaría, y no pude continuar escribiendo. Chema, con 59 años, se ha ido. El coronavirus ha podido con. Estaba en casa con fiebre y con tos y no iba al hospital. Así era Chema.
Recuerdo los múltiples viajes que hice con él. Me acuerdo del viaje a Marsella, en un partido frente al Olympique, cuando Clemente Villaverde nos dijo que no saliéramos del hotel porque era peligroso por los ultras del equipo francés. Chema y yo comimos juntos en el hotel. Otros se marcharon fuera.
También es inolvidable un viaje de vuelta en coche, en un partido importante del Atlético de Madrid, que se jugaba salir de los puestos de peligro. Y allí fui a cubrir la noticia. Ganó el conjunto rojiblanco y el equipo paró a cenar a las tres de la madrugada en Medinaceli. Chema y yo cenamos también allí. Solozábal estaba a nuestro lado y pidió huevos fritos con patatas y pisto. Candela y yo, que no habíamos jugado el partido, pero habíamos quemado calorías trabajando en contar el partido y las declaraciones, para Radio Nacional y para ABC, también pedimos los dos huevos con pisto y con patatas. Cuando llegamos a Madrid a las 6 de la mañana teníamos el estómago tan pesado que no podíamos ir a casa a dormir y nos fuimos a tomar una copa en los primeros bares que amanecían en Madrid.
Chema era un pedazo de pan. Cuando el Atlético de Madrid hacía las comidas de Navidad, Chema hablaba en nombre de la prensa como decano de los periodistas del Atlético. Pero también vino conmigo a comidas del Real Madrid durante muchísimos años. Era un hombre del fútbol. Compartimos muchos entrenamientos, viajes y noticias de toda índole, en la Federación y en la Liga, en el CSD y en el Rayo. Era  un pedazo de pan blanco, le decía siempre para pincharle. Era su único defecto, era del Atlético. Y eso me servía para picotearle. Dicho esto, que era la broma del fútbol, José María veía el fútbol con objetividad. Cuando hablamos del Madrid, del Atlético, del Barcelona, Candela reconocía cuando el Madrid jugaba mejor o cuando el Atlético lo hacía peor. No era un forofo. Lo veía todo con visión periodística y sobre todo tenía un sentimiento: ser español. Era valiente al decir que si no ganaba el Atlético en Europa quería que ganará el Madrid. Lo decía en público.
Era discreto, nunca quiso destacar. Los compañeros  siempre le pedíamos que le diera más emoción a sus narraciones, que le pusiera más ímpetu, pero no quería ser famoso con la prensa. Era tan buena persona que se hizo amigo de muchos jugadores. Mantenía contacto directo con muchos ellos desde hace 40 años.
Se ha ido Chema, se ha ido un Atlético, se ha ido un español, se ha ido un periodista que reconocía cuando el contrario era mejor. He escrito muchas veces “era” porque  me cuesta decir “fue“. No me hago a la idea. Su único defecto “era” ser del Atlético, pero ojalá todos los atléticos fueran como él.
Termino de escribir y se va Tomás Díaz-Valdés, compañero de circuitos y viajes del motociclismo, el descubridor de Ángel Nieto. Mil andanzas al lado de sus bigotes. Rememoro una secuencia única, cuando dijo que Alex Crivillé, un año después de ser campeón del mundo de 500, no podía ganar porque le habían dado una moto Feber. Así era mi tocayo. Tenía gracia en cada uno de sus bigotes.
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