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Blogs Tiro al blanco por Tomás González-Martín

Los jugadores del Real Madrid deben asumir que no hay ingresos y tienen que hacer otro esfuerzo salarial

El club blanco propondrá cuando comience la Liga otra rebaja de sueldos a sus profesionales más cualificados, una necesidad económica que copiarán el resto de grandes clubes

Los jugadores del Real Madrid deben asumir que no hay ingresos y tienen que hacer otro esfuerzo salarial
Tomás González-Martín el

El Real Madrid tenía previstos 822,1 millones de ingresos durante la temporada que acaba de finalizar. La gran porción de esas cuentas las aportaba las ventas por marketing, que ascendían en el cálculo hasta los 371,3 millones, 76 más que en la campaña anterior. La parcela de socios y estadio estaba presupuestada en 161,3 millones. El segmento de partidos y competiciones internacionales alcanzaba los 109,7 millones. Y la televisión producía 179,8 millones. Toda esa planificación se hizo trizas el 12 de marzo, cuando el confinamiento supuso el cierre del estadio, la ausencia de taquillas y la inactividad de una mercadotecnia y de unas tiendas que en los días de partido vendían el 80 por ciento de ese vector fundamental denominado merchandising.
El Real Madrid y los otros grandes clubes tienen claro que no volverán a la normalidad hasta que haya una vacuna contra la pandemia

El cerrojazo empresarial ha supuesto que el Real Madrid, el Barcelona, el Manchester United y otros grandes clubes hayan dejado de ingresar cifras astronómicas, pues sus presupuestos, al contrario que los equipos modestos, no dependen de la televisión. Las cifras blancas eran indicativas: 371,3 millones previstos en marketing y 179,8 millones en transmisiones televisivas. La primera cantidad, referida a la mercadotecnia, se ha visto reducida a la mitad.

El duro golpe del Covid-19 ha supuesto que el Real Madrid, el United y el Barcelona hayan dejado de ingresar entre 190 y 220 millones en el curso anterior. Ahora, estas entidades preparan el presupuesto 2020-21 sin esos pagos en su caja, con un cinturón muy apretado con muchos más agujeros.

«Los grandes clubes son los que más sufren esta pandemia», subrayaba Javier Tebas meses atrás, porque esas empresas dependen especialmente de su desarrollo industrial, de su expansión comercial, que trasciende al balón. No son meros equipos de fútbol que viven de las percepciones de la tele, como la gran mayoría. El cierre empresarial les hace un enorme daño, porque frena su estado estructural de conquista de mercados.

Mientras el fútbol se juegue a puerta cerrada, sin público, sin taquillas, sin las tiendas a pleno rendimiento en día de partido, la ausencia de caja continuará siendo una cruda realidad para los transatlánticos del balompié internacional. Y cuando comience la nueva Liga, si es que Tebas y Rubiales se ponen de acuerdo alguna vez en algo, el Real Madrid propondrá a sus altos directivos, a sus plantillas profesionales y a sus cuerpos técnicos una nueva reducción de salarios, tras la aprobada en la primavera pasada.

El club espera que los profesionales acepten la petición con la responsabilidad demostrada hace unos meses, pues todos sus ingresos, cuantiosos, se fundamentan en una entrada de dinero que hoy no existe por una causa de fuerza mayor ajena a la entidad.

El coste de personal del Madrid en el balance 2019-20, aplicada la rebaja salarial pactada del 10 por ciento entre sus empleados más cualificados, ascendió a 416 millones de euros. En septiembre, la entidad solicitará a sus más altos profesionales un esfuerzo similar.

Los números del curso que ha finalizado ahora son sintomáticos y no admiten opinión, son crudos, reales, sin interpretaciones. Y el Real Madrid asume que esa situación se va a repetir en esta campaña mientras no pueda abrir el Bernabéu a la afición. El presupuesto se ajustará al máximo, pero la ausencia de otros 190 millones de ingresos será una verdad repetida, por el cerrojo absoluto de sus vías prioritarias de ingresos. Solo quedará la televisión. No son pérdidas, sino un dineral que no llegará por culpa del virus y que en condiciones normales se contabilizaría en la caja periódica.

Un futuro y posible parche de admitir a diez mil espectadores en las gradas si el coronavirus descendiera en su incidencia dentro de unos meses, hipótesis que hoy parece una quimera, sería solo un golpe de efecto sin consecuencias, un guiño al sol, un engaño a la realidad, una foto y nada más. El Real Madrid considera que una mera apertura parcial solo generará un jaleo de organización, pues habría que realizar sorteos entre los socios y el gran problema persistiría sin la solución principal. La visión empresarial es clara: mientras en un estadio como el Bernabéu no puedan entrar 60.000 espectadores, con las percepciones por ventas de mercadotecnia que conlleva esa concentración de personas en el coliseo madridista, las pérdidas serán cuantiosas para el Real Madrid y para todos los grandes, pues su columna empresarial está construida con diferentes departamentos muy especializados para obtener múltiples ingresos y si se impide esa búsqueda de mercados la impotencia profesional es total. No pueden trabajar a pleno rendimiento, están atados de pies y manos y la ausencia de ingresos es un problema que se soporta cada mañana.

En esta diatriba, el Real Madrid ajusta sus gastos a la realidad económica de la pandemia. No tiene previsto realizar fichajes porque la situación financiera, afectada por una crisis mundial ajena al fútbol, no lo aconseja. La reducción salarial es una de las medidas internas a tomar. Es una situación de crisis y los ingresos por traspasos son otro factor muy importante para revertir parte de la problemática. Hay un excedente de futbolistas del primer equipo, muchos de ellos cedidos a otros clubes, y la casa blanca actúa en consecuencia. Las ventas de Achraf Hakimi, Javi Sánchez, De Frutos y Dani Gómez han producido ya casi 60 millones, una cifra que puede ascender con nuevos traspasos.

La única buena noticia de este parón es la construcción del nuevo Bernabéu. Las obras van a una velocidad superior, gracias a la continuidad que ha permitido la pandemia y el coliseo puede estar acabado en junio de 2022.

La entidad piensa percibir anualmente 145 millones con los conciertos, el centro comercial, los eventos y la terraza que se creará en la cumbre del estadio, una idea de ocio independiente del balón que estará abierta todo el año. Quedan 670 días para verlo

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