Ha llegado Benítez y ha puesto responsabilidades a sus estrellas. Son grandes futbolistas y necesitan que les impongan objetivos. A Cristiano le exige que se convierta en el líder real del equipo, no solo que sume goles. Le ruega que coja las riendas del Madrid y ejerza de ariete, no ya como rematador sino también como baluarte, cuando las cosas se complican. A Benzema le pide otro órdago más difícil. Que cambie el chip. Que no solo se obsesiones en trazar pases a Ronaldo. Que no centre su cometido en lo que más le gusta, dar asistencias y crear fútbol. Es un delantero centro y debe marcar más tantos.
Hay algunos que han interpretado mal las consideraciones del entrenador sobre Karim. No se refiere a que le falte continuidad en el trabajo. No. Se entrena a tope y su labor física es óptima. Sus manifestaciones se dirigen a conseguir que el francés tenga una continuidad mental en la meta de ser un goleador. Hay que decirlo con claridad: Benzema se siente más a gusto dando el último pase perfecto a Cristiano que firmando la diana. Es esa manera de sentir la que quiere transformar el preparador blanco. Si es el nueve, debe tener ambición asesina de nueve. Querer marcar. Sufrir si no lo logra.
Benítez ansía que Karim tenga necesidad de gol. Opina que, en jugadores de esta calidad, quien tiene esa necesidad consigue sus metas. Poseen las condiciones y se requiere explotarlas. Ponerles la zanahoria cada vez más lejos porque están capacitados para cogerla.
Se juega mucho el francés esta temporada. Tiene que ser el nueve que anote 25 goles como mínimo. Ha de cubrir bien esa posición. Solucionar de una vez el debate del nueve del Real Madrid. Cada año le salen novios a esa novia del nueve. El entrenador quiere cerrar esa tertulia. Que Benzema demuestre que es el nueve. Sin dejar de dar goles a su amigo luso. Es una campaña decisiva para el porvenir de Karim, que tiene la Eurocopa de Francia a nueve meses vista.
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