¿Intervenir o no? ¿Qué tipo de acción militar? ¿Consenso quimérico internacional (ONU) o de nuevo el “bushniano” unilateralismo (con una serie de socios, claro, como en Irak)? ¿Cómo prever la escalada del conflicto en caso de que se produzca en escenarios como LÃbano?
Estas son preguntas que en estos momentos baraja sobre la mesa el Premio Nobel de la Paz 2009 y también presidente de EE.UU., Barack Obama. Algunas informaciones apuntan ya a un ataque quirúrgico de 72 horas para amedrentar al régimen de Bashar el Assad, quien habrÃa utilizado armas quÃmicas contra los rebeldes (diversas instituciones como MSF apuntan a ello).
DifÃcil decisión la que tiene Obama y su secretario de Defensa, Chuck Hagel, y el resto de aliados occidentales, turcos y árabes (que también les va el interés en ello) en un complicado escenario ante el cual, me temo, se tome la decisión que se tome… ya hemos perdido.
1. Hemos perdido porque de nuevo la comunidad internacional se revela como un ente impotente para parar una masacre y una guerra que ha generado cientos de miles de muertos y dos millones de refugiados, de los cuales un millón son niños.
2. Hemos perdido porque eso que muchos llaman “consenso internacional”, es decir, ONU, se muestra inoperante, anacrónico, inválido y sin autoridad moral siquiera ya para revestir una intervención militar de “base jurÃdica” alguna. Si regÃmenes como Rusia y China son las llaves del tan recurrente “consenso internacional”, la cosa tiene guasa. (Lo de la reforma de la ONU es el cuento de nunca acabar).
3. Hemos perdido porque el escenario sirio es el más complejo para abordar una acción bélica lo suficientemente potente, me temo, para desbancar a Assad o al menos inutilizar su arsenal de armas quÃmicas. Solo se puede entender el conflicto sirio como un nuevo capÃtulo de la guerra histórica que libran sunÃes y chiÃes (Irak es su gran campo de batalla hasta ahora).
En Siria los primeros están representados por el 75% de la población (esos que en la guerra civil siria llamamos “rebeldes”) y cuentan con el apoyo de EE.UU., Francia, TurquÃa, Catar y Arabia Saudà (faro mundial del sunismo)…; los segundos, los encarna Assad y su rama alauà del chiÃsmo instalada en el poder pese a ser minorÃa, apoyado por Irán (faro mundial del chÃsmo) y la milicia chià de Hizbolá con arraigo en LÃbano.
4. Hemos perdido porque el resultado de una intervención puede desencadenar un efecto dominó en LÃbano y norte de Israel, paÃs al que habrÃa que atar de nuevo (como ya sucedió en la Guerra del Golfo en 1991) para que no intervenga en ninguno de los casos. Por cierto, paÃs Israel con presencia en los Altos del Golán, tierra ganada a Siria en 1967. De nuevo Hizbolá se muestra como la ficha de Assad para lo que él llama el “incendio de Oriente Próximo”.
5. Hemos perdido porque el grupo opositor al que supuestamente apoyarÃa un ataque internacional es un grupo heterogéneo de “rebeldes” de los cuales no tenemos siquiera una radiografÃa fehaciente de su itinerario polÃtico tras el fin del régimen de Assad. ¿Islamistas radicales? ¿Tiene la comunidad internacional una ruta post-Assad si se produjera ese hecho? ¿Puede convertirse en otro terreno abonado a Al Qaida?
6. Hemos perdido porque con Rusia apoyando y nutriendo de armamento al régimen sirio, el conflicto de alargarse más allá de una intervención puntual correr el riesgo de empantanarse como en tantos otros escenarios a lo largo de la Historia: Afganistán, Irak, Vietnam, Coreas…
7. Hemos perdido porque ahora que las economÃas más débiles del entorno UE (España, sin ir más lejos) parecen que comienzan a ver la luz al final del túnel podemos asistir  a una nueva escalada del precio del petróleo y el consiguiente impacto en la economÃa mundial.
8. Y un último “hemos perdido” porque pese a quien le pese: Oriente Próximo es una misión imposible para las democracias occidentales. Llámese histórico conflicto israelo-palestino, Irak, Siria,… Quizás el no intervencionismo sea la mejor polÃtica.
¿Debe intervenir EE.UU. y otros aliados occidentales en Siria? Quizás la respuesta deba ser NO, por el momento y complejidad de lo expuesto.
¿Debe campar a sus anchas Bashar al Assad? La respuesta es NO.
Como vemos el Premio Nobel de la Paz 2009 y presidente de EE.UU. tiene una difÃcil elección: parar la guerra con una guerra (llámese intervención puntual, quirúrgica, ataque relámpago, de castigo, 72 horas…). Aunque fatigado tras una década con dos guerras de desgaste en Afganistán e Irak y una global contra Al Qaida, EE.UU. sigue siendo el único paÃs que puede liderar ese ataque.
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