Día 9 en Afganistán: base Ruy González de Clavijo. Viernes, día sagrado del islam. Primera jornada en la que los cuatro periodistas empotrados con las tropas en Afganistán no salimos de la base española en Qala i Nao. Y es que hoy toca media maratón y mercadillo afgano. Y algo de planificación para ver los temas en perspectivas.
No obstante, por la mañana temprano también salieron patrullas. Ya saben, no hay que bajar la guardia y menos cuando queda menos de un mes para que los militares regresen y den paso al relevo, algo que se recuerda constantemente en carteles por la base. Hay que afianzar la seguridad hasta el final de la misión. No hay tiempo para la relajación.
Un instante en el locutorio o el cibercafé y uno percibe las ganas de volver a casa. Al “Asturias patria querida” en muchos de los casos o la “terriña galega”. No olvidemos que el grueso del contingente de Aspfor XXXII pertenece a la Brigada Ligera de Infantería “Príncipe” Nº3 o a la Brigada Ligera de Infantería Aerotransportable, con base en Pontevedra.
Desayuno potente. Con el resto de colegas: no faltan las tostadas con tomate y aceite. Pasamos del ajo. Café, zumos, tostadas, galletas y embutidos también hay para coger fuerzas para correr. La media maratón se hace festiva. Hasta el coronel se atreve.
Entre los atletas destacan el cabo 1º Santos que porta una bandera de su batallón durante la carrera y el tirador de precisión cabo 1º Salguero, que realiza toda la carrera con uniforme y botas militares y su fusil HK. Como ven hay momentos para el “humor”… pesado. ¿Quieren saber el tiempo del ganador en recorrer los 21 kilómetros? 1h 17min. Tiempo del cabo Sangrador, de la Unidad Logística (Ulog).
Día de planificación periodística, de realizar las últimas fotos para el reportaje que para mañana domingo ABC prepara en la edición de papel (vamos, la de toda la vida) sobre la vida en la base de Qala i Nao. Habrá un par de fotos que no defraudarán, se lo aseguro. Sin desmerecer a quien esto escribe, claro.
Una siesta, por qué no. Y nos dirigimos en la tarde a la entrada de la base militar, donde el Batallón de Policía Militar de Bétera (Valencia) realiza un exhaustivo cacheo y control de seguridad para los aproximados 40 afganos que vendrán a vender sus productos: artesanía, joyas, billetes, efectos militares, navajas antiguas, láser, vestidos típicos afganos o cuadernos con tapa de piel son algunos de las “gangas” que ofertan. Es viernes de mercadillo afgano.
Nos empeñamos en un cuaderno y en una linterna. Sin embargo, el regateo se hace duro. Se cruza un teniente coronel por medio. A él parece que le acepta la rebaja, al “civil” nada de nada. Distingue las dos estrellas con ocho puntos como si nada. Al civil, y periodista, le obvia… y eso que comprará más.
-“O sea, que a él le haces una rebaja… y a mí no. ¿Qué gano yo unidéndose él a mi compra?”, pregunto.
-“En Afganistán no se gana”, me espeta el joven comerciante.
Razón no le falta.
…Nos dirigimos a otro vendedor. Esta vez no regateamos.
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