Cuando pensamos en protección lo primero que nos viene a la cabeza son los rayos solares. Pero ahora sabemos que no es la única agresión que padece nuestra piel. La polución y la luz de los dispositivos son dos nuevos enemigos a los que nos enfrentamos constantemente y hay que empezar a tomarlos en cuenta. No solo dañan nuestros ojos, son una fuente de radicales libres, y eso repercute directamente en nuestro organismo y por tanto, en nuestra piel, que se queda sin la energía para luchar contra ellos y para que se dé la regeneración de la piel. ¿Resultado? Envejecemos más rápido. El cutis se ve más sucio, más seco, con falta de elasticidad, sin luz y más sensible.
¿De donde proviene esta luz?
En un 40% de la exposición solar y en el 60% de la exposición a las pantallas de móviles y ordenadores. Tiene sus ventajas: nos despierta, regula el ciclo hormonal, nos ayuda a combatir la depresión y trata infecciones como el acné. Pero recientes estudios científicos revelan que atraviesa la barrera cutánea más profundamente que los rayos ultravioleta y acelera el envejecimiento como cualquier otra radiación, provocando la rotura de colágeno y produciendo hiperpigmentación. Y si tenemos en cuenta que estamos expuestos unas 150 veces al día a aparatos electrónicos y, de media, pasamos 6 horas al día frente a una pantalla de Led, se entiende que los efectos de esta sobre exposición hayan dado lugar al término: “Screen Face” (o cara de pantalla).
¿Es la luz azul tan dañina para la piel?
En el 47 Congreso Nacional de la Asociación Española de Dermatología y Venerología (AEDV) se planteó un debate entre académicos para analizar la evidencia científica que existe al respecto. “No es tanto que se considere que existe un riesgo real, como que debamos prestar atención a algo cada vez más presente en nuestra vida y que puede tener un efecto en la piel”, señaló la Dra. María Victoria de Gálvez, miembro del Grupo de Fotobiología de la AEDV.
“Cada vez hay más estudios que muestran que potencialmente, puede producir daños cutáneos por estrés oxidativo. Esto va a activar a los melanocitos para que incrementen la melanina cutánea. También se ha visto que afecta al estado hídrico de la piel y a la barrera cutánea porque la exposición a esta radiación altera la síntesis de algunas proteínas. Todo ello puede revertir en un mayor envejecimiento y en una mayor pigmentación”, añadió José Aguilera, doctor en biología y académico de la AEDV. “La clave para saber si la luz azul puede suponer un riesgo para la piel está en el grado de exposición que necesita esta radiación para generar un daño”.
¿Cuántas horas se tendría que mirar el móvil para generar dosis de luz azul que pudieran pigmentar la cara?
Según un reciente trabajo, serían 48 horas seguidas, pero hay que tener en cuenta que todo suma. “Un 37% de la radiación de un fluorescente pequeño de casa es azul, las luces LED blancas emiten un 35% de luz azul, y el porcentaje de esta radiación emitida por las pantallas del móvil, de una tablet o de una televisión asciende al 40%. Todo es sumatorio”, sostiene el Dr. Aguilera.
“Las personas que podrían tener más riesgo de sufrir una hiper pigmentación serán aquellas con un fototipo alto, ya que sus células tienden a producir más melanina, las mujeres embarazadas y las personas que se someten a peeling o procedimientos de resurfacing ya que su piel está más sensible durante un tiempo a la radiación luminosa”, advierte. Lo curioso es que, en dermatología, se usa como terapia para algunas patologías como el acné y, combinada con una crema fotosensibilizante, para curar el cáncer de piel superficial. Pero como explicó el Dr. Rubén del Río, otro ponente del debate, “también recurrimos a la radiación ultravioleta para la psoriasis o la dermatitis atópica. El problema es la exposición abusiva, algo que todavía está por definir”.
¿Las cremas foroprotectoras protegen de la luz azul?
Según el Dr. Aguilera, actualmente no. “Solo aquellas con algo de color absorben hasta un 20% de esa luz”. Pero como añade la dermatóloga Paloma Borregón, “es así en los solares tradicionales, pero algunas firmas están incorporando activos que sí lo hacen, y hay que fijarse porque está indicado en sus envases”. Contienen activos que actúan como una férrea pantalla frente al estrés oxidativo y evitan la aparición de hiperpigmentaciones al inhibir significativamente la síntesis de melanina generada por este tipo de radiación.
–Nexultra L SPF 30 es protección mineral que protege de los UV, IR y luz azul, y nos mantiene a salvo de las partículas contaminantes de la ciudad. 45,50€ en centros dermatológicos y médicos estéticos
–Eucerin Pigment Control Sun Fluid SPF 50+ incorpora filtros solares que protegen la piel de radiaciones UV y HEVL (luz visible azul) y previene y reduce a largo plazo la hiperpigmentación. 14€ en farmacias
–Sun Secure Blur SPF50 de SVR una crema mousse, híbrido entre base de maquillaje y protección solar, que protege contra los rayos emitidos por la luz azul de los aparatos electrónicos. 18,90€ en farmacias
Y, aunque no son solares, os cuento también que Germaine de Capuccini ha reformulado su línea anti-polución Excel Therapy O2 e incorpora L-Carnosina, un péptido biomimético con alto poder antioxidante que actúa como una férrea pantalla frente al estrés oxidativo generado por la irradiación de luz azul. 48 y 46€ en salones de belleza
También Miriam Quevedo y su departamento de I+D, han volcado su investigación en desarrollar un escudo cosmético (el bambú marino) capaz de proteger la piel de los daños provocados por la luz azul, UV e infrarrojos y la contaminación, y lo han incluido en Glacial White Caviar Precios Cream y Black Baccara Softening Veil SPF15, para hacer frente al envejecimiento digital. Se vende en la web de la firma, en Nadia y