A los postres de una cena, mi amigo Pablo se mostraba escéptico respecto al hecho constatado de que las mujeres ganen menos dinero que sus colegas hombres. Trabajando en una multinacional de las telecomunicaciones, aseguraba que las grandes empresas despliegan estrictas políticas para promover la igualdad de géneros.
Así que tomé nota para preguntar a Begoña, que es de entre todas mis amigas la que más alto ha llegado, pues está al frente de la dirección de recursos humanos de una gran multinacional de servicios. Me cuenta que ella también pensaba que las diferencias salariales no podían suceder en grandes empresas que promueven activamente la igualdad, así que hace un par de años revisó las cifras reales dentro de la suya. Y descubrió que efectivamente, con los números en la mano, la diferencia salarial entre géneros era un hecho constatable incluso en su compañía.
Tras una investigación sobre el tema con diferentes niveles de responsabilidad en la empresa, llegó a la conclusión de que (la mayoría de) los hombres trabajan por dinero, y este es su único objetivo cada día que se levantan para ir a la oficina. Las mujeres, en cambio, nos conformamos con otro tipo de recompensas, como el reconocimiento, la satisfacción del trabajo bien hecho, la conciliación… La mentalidad monetarista de nuestros colegas masculinos hace que peleen más cada euro, desde la contratación, pasando por las promociones y los bonus hasta el finiquito cuando se van.
La propia Begoña me regala una anécdota muy ilustrativa. Cuando con treinta años aún no estaba casada ni había sido madre, en el departamento de una conocida multinacional de la consultoría donde trabajaba surgió la posibilidad de una única promoción de cargo y sueldo. Durante su evaluación anual el gerente le comunicó que sus resultados habían sido excelentes, pero que iba a promocionar a un compañero menos brillante. Al ver sus airadas protestas, el jefe le pidió “comprensión”, pues su rival era un padre con obligaciones familiares, mientras que ella se compraría otro bolso… Y no hubo más que hablar. Apretó los dientes y siguió trabajando como sabía.
Nota para otros escépticos: recomiendo el reciente estudio sobre la diferencia salarial de género en EEUU http://www.aauw.org/resource/the-simple-truth-about-the-gender-pay-gap/
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