José Manuel Otero Lastres el 29 nov, 2017 Fue Willian Maxwell Aitken, conocido como Lord Beaverbrook, el que escribió “si un perro muerde a un hombre, no es noticia, pero si un hombre muerde a un perro, eso sí que es noticia”. En esta serie televisada por entregas en que ha consistido la declaración unilateral de independencia, pocos esperaban, y yo entre ellos, un capítulo (no creo que sea el último) en el que el presunto delincuente Puigdemont solicitara a las autoridades belgas la protección de escoltas para venir a votar el próximo 21 de diciembre. Tal petición es, y creo no exagerar un ápice, una noticia de similar alcance a la de que un hombre muerde a un perro: el mundo al revés. En efecto, como ustedes saben, se le ponen escoltas a alguien que está necesitado de protección por razones de seguridad. Es decir, se dispone el acompañamiento de una o más persona, los escoltas, a un sujeto, el escoltado, con el fin de que no sufra riesgos, generalmente personales y relacionados con su integridad física. Y es que se parte de la hipótesis de que el escoltado es una persona de tan singular relevancia política, económica y social que algunos sujetos podrían tener la tentación de acercarse a él con distintas intenciones, desde las más amigables hasta las más inamistosas. De lo dicho se desprende que con la escolta se trata de prevenir un riego que se cierne sobre alguien cuya seguridad debe ser preservada. Lo que no suele suceder es que la escolta tenga por función “proteger” a un presunto delincuente de que no lo detengan las autoridades del país en el que supuestamente delinquió. Por eso, me asalta tal desconcierto en esto de los recientes movimientos de los sediciosos que no sé si no tenían nada planeado y siguen por la misma senda de la improvisación (a pesar de que no hubo pocos que los calificaron precipitadamente –algo por lo demás muy frecuente en España- como genios. Pero cabe también que lo que hay es un plan preconcebido por mosén Junqueras para descabezar definitivamente a la antigua CiU, poniendo en ridículo a su máximo dirigente. Sea de esto lo que fuere, me parece oír a más de uno desde riéndose a carcajadas desde Bruselas del último chiste de Puigdemont pidiendo escoltas. Otros temas Comentarios José Manuel Otero Lastres el 29 nov, 2017