Alguien está intentando convertir en peyorativo el término moro cuando en España siempre hemos llamado así a quien profesa la fe del Islam. Hay quien, por ser más mahometano que el Profeta, termina llamando a los moros árabes, igual que el diario de lo políticamente correcto llama romaníes a los gitanos para no llamarles gitanos cuando romaní no designa etnia, sino lengua. Árabe es el nombre de una raza, pero no señala al practicante de religión alguna. Para denominar a los seguidores de Mahoma podemos hablar de mahometanos, moros, musulmanes o islámicos; pero no de árabes, porque hay árabes cristianos exactamente igual que, por ejemplo, occidentales musulmanes. El joven que en El Quijote descubre a un renegado vestido de tal no grita “Musulmanes, musulmanes hay en la tierra; musulmanes, musulmanes, arma, arma”. Grita un rotundo “moros” y se asusta de dos supuestos islámicos. La fiesta de Alcoy no se llama “de Mahometanos y Cristianos”. Los madrileños no paseamos por “El Campo del Islámico”.
Valdemoro se llama Valdemoro.
Hasta mediados de los años sesenta del siglo pasado, la misa se decía en España en latín, la lengua madre del español, y muchos fieles no entendían casi nada. En cuanto al Corán, la palabra del profeta es sagrada y no se puede modificar, de modo que el texto está en el árabe clásico del siglo VII, la lengua matriz del actual. No sé si los fieles entienden gran cosa cuando el imán interpreta el Corán o simplemente memorizan fragmentos. La sura 9, aleya 5 del Libro dice textualmente “Mata a los infieles donde los encuentres”. La sura 8, versículo 12, anuncia: “Yo sembraré el terror en los infieles y vosotros cortad sus cabezas”. Pero la página webislam.com asegura que las guerras son controladas por la ética y que la paz es el origen del Islam. Una trampa del lenguaje: si una fetua (el vocablo que se suele utilizar, fatua, es realmente un adjetivo que significa “vanidosa”) o dictamen religioso ordena matar, esa orden no es una condena a muerte, como a todas horas repiten nuestros medios de comunicación de copia y pega. Una fetua es una orden de asesinato.
Estamos olvidando a Karl Popper, que dijo que no se podía ser tolerante con los intolerantes. El arzobispo de Esmirna Giuseppe Germano Bernardini confesó que un líder islámico le había dicho: “Gracias a vuestras leyes democráticas, os invadiremos. Gracias a nuestras leyes religiosas, os dominaremos”. El héroe de la independencia de Argelia, Ben Bella, anunció en 1966 aquello de “Conquistaremos Europa con el vientre de nuestras mujeres”.
No confundamos criticar al extraño por diferente con criticarlo por malvado. Si impides a la mujer conducir y enseñar su rostro, no me opondré a ti por saudí, sino por machista. Una falacia peligrosísima que no procede del islam sino de los bienintencionados de occidente es ésta: “Todas las creencias son respetables”. Cuidado: esto es falso. Si fuera cierto, nos obligaría a legalizar la apología del nazismo.
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