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Blogs Pienso de que por Rafael Cerro Merinero

Cuernos (I)

Cuernos (I)
Rafael Cerro Merinero el

El tonto de bar se rasca el escroto a través del bolsillo del pantalón porque cree que es más elegante hacerlo así. Arroja un mondadientes con restos de alioli al suelo y exclama “¡Chico, estoy tan salido que lo haría hasta con mi mujer!”. Los demás garañones celebran la ocurrencia con grandes risotadas y dejan el vermú sobre la barra para darse palmadas en los muslos. Ninguno piensa que la parienta de él pueda sentirse igual. Llamar ‘parienta’ lleva a cosificar y cosificar conduce a poner cuernos. Debemos dar las gracias a las mujeres porque nunca nos llaman mi pariente, aunque la expresión es académica, y también por mantener habitualmente la cabeza fría. Si sólo por nosotros fuera, esto sería Sodoma y Gomorra: terminaríamos copulando hasta en los andenes del suburbano.

El matrimonio no resuelve el problema del sexo, si bien es cierto que tampoco lo agrava. A veces sentimos la tentación de incluir en él a terceros. La sociología lo prohíbe, pero la biología nos lo pide y nos empuja hacia el lado oscuro. Hay quien considera afeminado al varón de impulso sexual débil; lo que realmente es es más libre. Los experimentos del efecto Coolidge mostraron que una ratita macho exhausta tras copular con cinco hembras volvía a experimentar una erección cuando le metían en la jaula una sexta…si ésta era nueva. Los hombres que ahora están sonriendo deben saber que las hembras también muestran disposición a mantener relaciones sexuales con compañeros nuevos. Los científicos dicen que esa tendencia femenina es menos intensa, pero existe.

Hay afortunados que han yacido con incontables mujeres y ya sólo buscan lo mismo que los niños que coleccionan cromos: que el nuevo no esté repetido. Sean Penn ha rizado el rizo de los cuernos: ha perdido a la mujer con la mirada más luminosa del mundo, Charlize Theron, porque se ha acostado con la doble de ella. El único mérito de la secundaria residía precisamente en la variedad: era parecida, pero no era la misma. Hay un afrodisíaco que funciona y no es un medicamento, sino una práctica: el cambio de pareja. Quien invente el afrodisíaco en forma de comprimido hará multimillonarias a cuatro generaciones de su familia.

Mañana aprenderemos aquí a relativizar. Si no quieres volverte loco, no te obsesiones con que tus pitones son los únicos del mundo: piensa que hay millones de antílopes. El tema de la infidelidad no es baladí por la cantidad de vidas que ha costado. Desde siempre ha llamado la atención de los más grandes. Francisco de Quevedo incluso conjugó el verbo ‘cornudar’.

 

Cornudo eres, Fulano, hasta los codos,

y puedes rastrillar con las dos sienes;

tan largos y tendidos cuernos tienes,

que, si no los enfaldas, harás lodos.

 

Más vida en @rafaelcerro

 

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