Rafael Cerro Merinero el 01 oct, 2013 Me invitan a asistir a próximos eventos sobre “house coaching” y pregunto, porque no entiendo el correo de la convocatoria ni qué narices vamos a ver allí. Recibo esta deliciosa respuesta de la “marketing manager” de la agencia de prensa: “¡Qué buena pregunta! Mira, un “coach” es una especie de entrenador que te ayuda a conseguir tus objetivos en la vida, bien sean personales o profesionales. La mayoría de deportistas de élite y directivos lo tienen. Está muy de moda en EE.UU. Supongo que por eso aún el término no se ha traducido en español y que se quedará así. En nuestro caso el “house coaching” es una charla con una persona especializada en la materia que nos ayudará a conseguir los objetivos de amueblamiento y bienestar en función de nuestras necesidades, presupuesto y particularidades”. O sea: vamos a hablar con un experto en muebles. Sugiero llamarle entrenador al entrenador en lugar de “coach”, pero no recibo ninguna respuesta a mi rareza; ni siquiera la obvia de que una agencia de prensa es el paraíso del esnobismo. La palabra ya españolizada esnob, en su día seguramente un esnobismo traducido del inglés “snob”, quiere decir “persona que imita con afectación las maneras y opiniones de aquellos a quienes considera distinguidos”. No se trata de importar los anglicismos convertidos en necesarios por la evolución tecnológica o social, sino todos los que puedan hacer más exótico nuestro discurso y conseguir que se entienda menos. El recurso al prestigio de misteriosas élites del deporte es contundente: siempre que mi cuñado va a ponerse en manos de un dietista, lo hace con el que asesora a varios futbolistas del Atleti o con el que aligeró las cananas de la hermana de Cristiano Ronaldo. No con el de mi barrio, donde tenemos difícil arreglo porque nos ponemos ciegos de bravas y cuando damos pedales sudamos en lugar de exudar ambrosía. Eterna es la apelación a la moda, que permite algo maravilloso: actuar sin pensar jamás. Especialmente si es a la moda yanqui, harto más exótica. (Lo de ir en chándal hasta a misa empezó en Seattle casi seguro). El padre Feijoo dijo que siempre la moda estuvo de moda. Y Einstein, que “sólo dos cosas son infinitas: el Universo y la estupidez humana, y de lo primero no estoy tan seguro”. @rafaelcerro Lenguaje Español Tags coaching Comentarios Rafael Cerro Merinero el 01 oct, 2013