Un cazatalentos le recomienda a mi amigo que elimine un máster de su currículo para facilitar su contratación. Nuestra palabra para designar tanto esos cursos de posgrado como la destreza en obrar y enseñar es maestría. Ésta genera en muchos interlocutores un recelo sólo comparable al que siembran la inteligencia y el individualismo. El deporte nacional en nuestro país de cortesanos es fichar a gente gris que no hace ruido ni se diferencia del resto de habitantes del hormiguero. Una vez descartados los principios de mérito y capacidad de los procedimientos de selección, cuando aterrizamos en un puesto generalmente contratamos a cuñados, amigos y barraganas. La alta consanguineidad de la población resultante hace recomendable la abstinencia sexual en el ámbito laboral, pues la mezcla de gametos hermanos puede provocar defectos en la prole. El resultado de todo esto es lo que Francisco Serrano llama proceso de Darwin invertido: sí hay evolución, pero ésta selecciona imbéciles.
Como el empleo escasea, planifiquemos nuestro discurso para disimular el discurso brillante durante las entrevistas. Primer principio: ser dispar molesta. El autor de Un mundo feliz, Aldous Huxley, fue la cabeza visible de una familia en la que hubo mucha gente excepcionalmente inteligente. Estuvo a punto de quedarse ciego con dieciséis años, pero aprendió a leer con el sistema Braille y a tocar el piano. Vivió claroscuros biográficos. Su hermano Trevenan se suicidó a causa de una depresión nerviosa, la enfermedad terrible que algunos ignorantes banalizan como la depre, y su hermano Andrew sería Nobel de Medicina. El autor de Un mundo feliz dijo “si uno es diferente, se ve condenado a la soledad; la sociedad lo trata brutalmente”. También dejó dicho que cuando el individuo siente, la comunidad se resiente y reivindicó la libertad de ser “como una clavija redonda en un agujero cuadrado”, que no es sino la expresión del individualismo que tanto molesta aquí. Segundo principio: un niño distinto habla diferente y es todavía más odiado. Si nunca ha ido al fútbol ni ve la televisión, su base de conversación es distinta de la de los demás. Borges no fue a la escuela hasta los nueve años y allí fue objeto de befa porque vestía como un pijo, hablaba como un repipi, llevaba gafitas, no le interesaban los deportes y para colmo de males tartamudeaba.
El niño escucha frases estúpidas desde muy chiquitín. Entre todas sobresale una joya que por ahora permanece insuperada y tiene forma de interrogación.
“¿A quién quieres más, a papá o a mamá?”
No conceden el carné de tonto sin haberle preguntado esto al menos a tres niños. Dentro de cuarenta y ocho horas analizaremos esta oración y también la que podría ser la afirmación más idiota de todos los tiempos: “Amigo de sus amigos”.
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