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Blogs Pienso de que por Rafael Cerro Merinero

Coachee

Coachee
Rafael Cerro Merinero el

Un solo barbarismo superfluo introducido por algunos hablantes para sentirse importantes puede eliminar muchas palabras nuestras. La última demostración es el omnipresente coaching. Es inquietante pensar que hace muy pocos años nadie sabía aquí lo que era eso pero ahora podemos sonar pedantes si decimos entrenador en español. Aunque el coach ya es mucho más. Por extensión, es prácticamente cualquier persona que prepara o tutela a otra: un preceptor, un consejero, un guía, un tutor y hasta un mamporrero (dating coach para los portales de encuentros románticos. Hermoso eufemismo ése).

El fabulista Jean de la Fontaine, una de las grandes inteligencias del siglo XVII, observó que todos los cerebros del mundo son impotentes contra cualquier estupidez que esté de moda. En 2015, la obra social de una caja de ahorros propone que el padre sea el coach de sus hijos. La obra social educativa. Parece una broma, pero es un guiño grotesco de humor de mal gusto:

 

La persona que titula “CÓMO SER LOS COACH DE NUESTROS HIJOS” ignora el plural inglés correcto, coaches. Quien emplea coaching como término español puede escribirlo con mayúscula aun cuando no inicie una frase. En general, el hablante inculto tiende a escribir con mayúscula no los sustantivos propios, sino los que le parecen importantes a él.


 

Les propongo que, para definir el fenómeno de llamarle coach a media población, creemos el neologismo coachismo y el tiempo decida si arraiga o no. El coachismo será un carcinoma lingüístico basado en un anglicismo transversal, coach,  que sustituye a muchas voces españolas como las que hemos visto. A raíz de la importación de coach y coaching ha florecido la última sandez, ilustrada por un tercer sustantivo: coachee.

 

El coachee es el que recibe la formación. Habría sido muy sencillo optar por alumno, o incluso cliente según los casos, pero en esta situación de reblandecimiento cerebral generalizado también optamos por lo exótico. Suena a perrito de anciana: coachee. Cada vez que hay que elegir actuamos con nuestro esnobismo de siempre: el de las gentes que no dominan el inglés y encuentran fascinante el exotismo de todos los términos de esta lengua. Por eso, España avanza más decidida que nunca hacia la implantación del espanglish, un habla que procede de la deformación de dos idiomas. De la mezcla de sus dos acervos léxicos, pero también de la fusión de sus dos sintaxis.

Sugiero que extendamos el campo semántico de la palabra y utilicemos coach para denominar a todo el que, de una u otra manera, conduce o auxilia a otros: el director de orquesta, el fisioterapeuta, el vidente, el guardagujas y el camello de barrio.

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