Tiempo ha que alguien que estaba a un paso de diplomarse en Magisterio me contó cómo sus compañeros se habÃan levantado contra las comas en conato de sedición. Le hicieron saber a la profesora que no estaban dispuestos a arruinar sus currÃculos académicos por nimiedades como la ortografÃa y ella respondió al estilo español. O sea: dándoles un aprobado general al modo de la autoridad que rinde armas ante cualquiera que utilice la violencia o esté indignado. A diferencia de lo que ocurre en otros paÃses, aquà se entiende que para estar cabreado con lo que hace alguien no hace falta encontrarse previamente orgulloso de lo que uno mismo ha conseguido. Ni siquiera tener razón en el cabreo. Vivimos en una sociedad de derechos sin obligaciones, de modo que para alcanzar la indignación basta con la aversión al poder o a los discrepantes y sobra cualquier componente de crÃtica constructiva. Exigir este último serÃa como pedirle al sindicalista que, antes de ponerse a repartir la riqueza, colaborase a crearla.
Antaño, coma significó crin. Hoy, se entiende que para formar a nuestros pequeñuelos en materia de Lengua servirÃa un caballo. DarÃa igual que el équido supiera o no lo que es la virgulilla, el trazo formado precisamente a semejanza de la coma y que corona la letra eñe.
Casi todos los jovenzuelos de aquella promoción que cito consiguieron su diploma y supongo que ahora andan deformando alumnos por España: la maestra les dio el aprobado general porque estaban en último curso sin ninguna posibilidad ya de formarse en ortografÃa. Ésta es una sociedad que puede describir oralmente lo que le ha ocurrido el dÃa anterior, pero no tiene la menor idea de cómo escribirlo con corrección. Años después entrevisté en la radio a un sindicalista que me explicó que querÃa que, en la comunidad de Madrid, pesasen mucho más los puntos adquiridos por antigüedad que los cosechados por el mérito en el examen. Muy español: ésa es la mejor manera de no tener nunca dando clases a los que saben dónde se colocan las comas y una muralla prácticamente infranqueable para los jóvenes valores bien formados. Si sacas una notaza en el examen pero no sumas puntos por añejo, no serás profesor.
La coma es un signo ortográfico que, situado al pie de algunas palabras, desempeña tareas de secundaria importancia como conferir sentido a las frases o permitirnos llevar oxÃgeno a nuestros bronquiolos para que sigamos viviendo. La locución española sin faltar una coma significa con exactitud o con textualidad. Pero algunos escritores la desprecian: salpimentan las comas al azar sobre el texto desde drones o las asperjan con difusores giratorios como los que riegan el césped cuando nos marchamos de la piscina. O, sencillamente, han prescindido de ellas. Ojalá sean sólo los alumnos preadolescentes los que ya no saben utilizar la coma, pero creo que ha llegado el momento de examinar también los textos de sus maestros.
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