A Pedro Sánchez le han empezado a temblar las piernas solo con pensar que tenga que debatir con Pablo Casado en la campaña electoral. Sabe que el lÃder del PP lo puede arrollar, porque si algo tiene el presidente de los populares es discurso y facilidad de palabra. Lo demuestra cada vez que sube a la tribuna del Congeso ya que, sin un solo papel, es capaz de hilvanar un discurso de una hora, lleno de datos y citas.
Por eso, los medios afines al Gobierno socialista han salido corriendo a su auxilio ofreciéndose para un debate a cinco, que es el que le interesa a Sánchez. El presidente lo que pretende es que se visualicen las “tres derechas”, como él llama a PP, Ciudadanos y VOX. Ridiculizarlas y quedar él como la única alernativa, ya que el descalabro de Podemos le convierte en una formación polÃtica en liquidación.
Pero, le guste o no, el gran debate es el de los dos polÃticos que pueden ser presidentes del Gobierno, lo demás es una faena de aliño para los segundos niveles.
Los socialistas siempre han reclamado ese cara a cara y el presidente no se puede excusar, como hizo el otro dÃa al salir del Congreso de los Diputados, en que hará lo que diga el equipo de campaña.
El PP no debe caer en esa trampa. Debe insistir en un debate a dos y no permitir que la figura de Casado se diluya en un debate en el que, el único interés de Sánchez, es desacreditar a los tres partidos del centro derecha.
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