Ahora que José Bono se ha puesto tan gallito amenazando con sacar a la luz documentos que prueban que el vuelo del Yak-42 fue una irresponsabilidad cabría recordarle algunas cosas al exministro de Defensa. Por cierto, si es cierto que tiene algún papel más le vale decir cómo lo ha conseguido y cómo es posible que tenga en su casa documentos oficiales, supongo que propiedad del Estado español, y por qué razón no lo ha dado a conocer en su comento, como es su obligación.
A mi me gustaría que el mismo ímpetu que pone Bono en aclarar lo qué sucedió con el triste accidente del Yak-42 lo pusiera también en desvelar qué pasó con el helicóptero Cougar, que en agosto de 2005 se llevó por delante la vida de 17 militares en Afganistán. Nunca se supo con claridad si fue un accidente o un ataque talibán. Lo único cierto es que el entonces ministro se afanó en intentar demostrar que fue solo un accidente.
Quiero recordar en este blog algunas cosas de aquel accidente sobre el que yo escribí, y mucho, durante mis años de corresponsal de Defensa.
1.- Tres años después del accidente, Eduardo Guitard, padre del capitán Guitard, piloto de uno de los helicópteros que falleció en el accidente, rompe su silencio en una entrevista que le hice en ABC y asegura que en la investigación del caso ha habido “ocultación y obstrucción”. Además, afirma sentirse “abandonado, desatendido y olvidado” por parte de Defensa.
2.- La queja del padre de este fallecido se produce después de que el juez militar que investigaba el caso archive la causa y descarte un ataque talibán. Durante este proceso, Guitard nunca pudo acceder a los expedientes y Bono no le entregó el informe completo sobre el accidente.
3.- La constancia de Guitard le llevó a reunir pruebas y a presentar un recurso ante el Juzgado Militar Territorial Primero de Madrid, que dicta en septiembre de 2008 un auto ordenando la reapertura de la causa.
4.- El juez admite que la resolución por la que se archivó la causa “vulnera su derecho fundamental de defensa” y cita a declarar a Bono, que lo hace por escrito, y no en persona como sí sucedió con el Yak-42. Constata las irregularidades.
5.- Un informe pericial descartó que el siniestro se debiera “a una negligencia o mala praxis de los pilotos” y la Comisión para la Investigación Técnica de Accidentes de Aeronaves Militares también descartó “el fallo mecánico”.
6.- Otras curiosidades de este proceso es que el que decían que era secretario del atestado, un sargento escolta de Bono, negó su participación y afirmó que conoció su nombramiento con posterioridad a la recogida de los restos de los helicópteros. Además, Bono mantuvo encuentros en Herat con el teniente coronel auditor de la causa.
Estas son algunas de las incógnitas que todavía existen sobre aquel accidente que Bono no quiere despejar. El Yak-42, sí, pero el Cougar también.
PD. Vuelvo a colgar este post con una novedad, ya que me parece importante lo que acaba de decir la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal: “Hay que admitir la responsabilidad objetiva de la Administración”. «Obviar que hay una relación entre cómo funciona la Administración y el trágico suceso es algo que a todo el mundo le sorprendería»,. Importante cambio de actitud respecto a la posición que hasta ahora mantenía Federico Trillo, ministro de Defensa cuando se produjo el accidente.
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