Las últimas declaraciones de Mariano Rajoy sobre el futuro de María Dolores de Cospedal al frente de la Secretaría General del Partido Popular en el próximo Congreso Nacional no pueden ser más clarificadoras. “Acredita méritos más que suficientes para desempeñar con éxito cualquier tarea política y para desempeñar más de una también”, ha dicho el presidente del Gobierno y del PP sobre una de sus más estrechas colaboradoras, en pleno debate sobre su continuidad. Más claro, agua. O al menos eso pienso yo.
Por mucho que algunos quieran desplazar del puesto de mando del PP a la ministra de Defensa, me temo, y me voy a mojar mucho, que no va a ser posible. Aún más, me atrevo a afirmar que va a seguir siendo la secretaria general por muchas razones, entre otras, y esta puede ser la de más peso, porque en este último año tan duro para Rajoy y para el PP, cuando se cuestionaba internamente al presidente, ella fue uno de sus más firmes apoyos y recorrió toda España apretando las filas populares en torno al presidente.
Se hablaba, y mucho, de su agenda agotadora, en la que se multiplicaba su presencia en los actos del PP. Su objetivo era mantener vivo y unido el partido ante la tormenta política que el “no es no” había desatado sobre el futuro de Rajoy y su permanencia como candidato a la presidencia del Gobierno. Ella fue la encargada de despejar dudas sobre la acertada estrategia de Rajoy para resistir el acoso de Pedro Sánchez y de Albert Rivera, que pedían un día sí, y otro también, su cabeza.
Y Rajoy, supongo, eso no lo olvida porque cuando su futuro pendía de un hilo, Cospedal se reunía una y otra vez con los dirigentes populares de toda España pidiendo confianza en él.
En un año mucho han cambiado las cosas para Cospedal y Rajoy. De afirmarse que estaban desahuciados para seguir en política, una por la factura que tuvo que pagar por la gestión del caso Bárcenas (en la que los tribunales de Justicia le vienen dando la razón sobre su decisión de plantar cara a Bárcenas) y la imposibilidad de volver a gobernar en Castilla-La Mancha; y otro por la pérdida de la mayoría absoluta, han pasado a ser dos valores en alza en el PP.
Cospedal es hoy ministra de Defensa, lo que le garantiza poder recuperar una imagen de Estado alejada de la primera fila de la batalla política; y podría volver a encabezar dentro de dos años la lista del PP y recuperar el Gobierno de Castilla-La Mancha, si ella quiere.
Rajoy, cuando todo el mundo lo daba por muerto hace un año, contagiados por la expectación que había generado la nueva política, está hoy más vivo que nunca. Desaparecido Pedro Sánchez, debilitado Albert Rivera y con un Pablo Iglesias que pierde apoyos y votos, el “hombre tranquilo de Pontevedra” es hoy el único político que suma escaños y votos y que ha resuelto con notable éxito el año más difícil de su vida política.
Podría haber sido de otra manera y Rajoy hoy estaría retirado en Pontevedra y sustituido por algunos de los que se postularon para el cargo. Y Cospedal, quizás, vegetando en su escaño de diputada por Toledo en el Congreso de los Diputados pensando el mejor momento para su retirada, después de que su mayor mentor hubiera sido derrotado.
Pero no ha sido así, la política es cosa de corredores de fondo, de veteranos capitanes de barcos que ante las mayores tempestades saben mantener firme el rumbo sin dejarse llevar por la tormenta.
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