El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera reapareció ayer después de un mes de agosto desaparecido, cosa que a mí no me parece tan criticable. Pedro Sánchez también lo ha estado, y eso sí que es grave, ya que tenía la responsabilidad de intentar sacar a España del bloqueo político.
Lo que sí voy a criticar son las, a mi juicio, desacertadas declaraciones sobre su negativa a unirse al proyecto “España suma” de Pablo Casado para unir al centro derecha. El nombre me da igual, lo único importante es que, si no se trabaja en esa dirección, al PP y a Ciudadanos le espera una larga travesía en el desierto de la oposición.
Las vacaciones de verano tienen de bueno que una sale de la burbuja en la que nos encontramos políticos y periodistas en Madrid y pasamos mucho tiempo hablando con la gente, con la que vota, con la que está en sus provincias, como la mía, Cádiz, alejada de la capital. Esa gente te dice que el centro derecha tiene que unirse, que no hay otra salida para frenar a la izquierda, y que ni PP ni Ciudadanos tendrán una mayoría suficiente para hacer frente, en solitario, a la izquierda.
Albert Rivera está obsesionado con dar el sorpasso al PP, pero si no lo hizo en el peor momento de esta formación política, en las elecciones generales de 2019, ya no lo va a hacer, salvo catástrofe interna del PP.
Que se le quite de la cabeza la idea de ser el líder de la oposición, la ambición de llegar a presidente del Gobierno, esa no es la realidad. Su objetivo debe de ser llegar a un entendimiento con el PP y colaborar en un proyecto de futuro con posibilidades de conseguir la mayoría. Esa meta sí es posible, lo contrario son sueños inalcanzables con graves consecuencias para España.
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