Después del bochornoso mitin que nos dio el presidente de Cataluña, Artur Mas, en el velatorio de Adolfo Suárez, utilizando este día de concordia para decir “que hay de lo mío”, el Tribunal Constitucional ha puesto en su sitio al oportunista presidente y ha tumbado por unanimidad la declaración soberanista del Parlamento catalán.
No hay nada mejor que la Ley para desautorizar a quien no tiene escrúpulos en pedir “gran poder de imaginación” y “coraje político” para que le solucionen el problema que él ha creado: la revuelta independentista para ocultar una nefasta gestión económica que ha situado a Cataluña al borde de la quiebra.
¿No decía que había que mirar a la cara a los problemas? Pues ahí lo lleva, los doce magistrados del Tribunal Constitucional lo han mirado a la cara y, por unanimidad, han anulado la declaración soberanista en la que se reconocía el derecho a decidir del pueblo catalán.
Mañana, o cuando buenamente quiera, Artur Mas puede volver a aprovechar la presencia de los medios de comunicación, como hizo en la despedida a Suárez, para volver a pedir que le saquen del callejón sin salida en que se ha metido. Pero también volverá a encontrarse con la fuerza de un Estado de Derecho que no está dispuesto a jugar con la unidad de España y a que nadie se pase por el forro la Constitución.
Ahí lo llevas, Mas, la primera en la frente, y vendrán más.
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