Mientras los sindicatos se manifestaban en la calle en algo más parecido a una huelga de la señorita Pepis que a una gran protesta contra el Gobierno del PP, la ministra de Empleo, Fátima Báñez, seguía tejiendo discretamente su red de apoyos parlamentarios para que la reforma laboral salga del Congreso con más apoyo político del que recibió al iniciar su tramitación.
Un trabajo callado y discreto, como es esta ministra, que está pasando desapercibido para la mayoría, pero que puede dar alguna alegría a Fátima, que ha asumido como propio ese dicho taurino que dice que la tauromaquia en estado puro está hecha a base de “temple y mano izquierda”, como así le dijo al maestro Curro Romero, en uno de sus encuentros en Sevilla.
Después de la llamada de atención que ha recibido Rajoy tras las elecciones andaluzas -casi todos los miembros del Gobierno te reconocen en privado que sí están haciendo daño los recortes-, supongo que Fátima abrirá la mano, aunque nunca “en los aspectos troncales de la reforma”. Para mí que puede haber cambios en la autorización administrativa de los Expedientes de Regulación de Empleo , que en la actual normativa no está suficientemente amarrado, y en alguna otra cosa más.
No me cabe la menor duda de que Báñez se lucirá en esta negociación y sabrá manejar con mano de hierro y guante de seda una tramitación parlamentaria que ella conoce muy bien. Las bases ya se han sentado y la ministra tiene sus cartas bien guardadas. Es una buena jugadora en la mesa de negociación y cuenta con un Grupo Parlamentario que será la correa de transmisión de sus propuestas. Lo veremos en el tiempo.
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