Hoy en dÃa las carreras populares están llenas de mujeres corredoras. En todas las distancias. Es totalmente normal ver a mujeres que practican la larga distancia,  triatlón o maratón. Por supuesto, compiten en los Juegos OlÃmpicos, como es lógico. Pero ¿ sabÃas que no fue asà hasta hace relativamente poco? Las mujeres era vetadas en este tipo de pruebas.
“Ninguna mujer puede correr un maratón”. Esta fase servÃa para que ni siquiera lo intentaran. La inscripción estaba prohibida para todo tipo de mujeres, nada tenÃa que ver la edad o la condición. Sencillamente no podÃan correr. Pensarás que hablo de los años 40 ó 50, pero nada más lejos de la realidad. Estoy ocurrÃa a finales de la década de los 60 y hasta ahà me remonto para rendir homenaje a  Kathrine  Switzer, la primera mujer que rompió la norma.
Kathrine  Switzer nació en 1947. Actualmente sigue trabajando como escritora, comentarista de televisión y, por supuesto, sigue corriendo, prácticamente cada dÃa.
Switzer además ganó la maratón de Nueva York de 1974 y quedó segunda en la maratón de Boston de 1975, donde logró su mejor marca con un tiempo de dos horas, 51 minutos y 37 segundos.
Pero la historia que queremos contar se remonta a 1967 en la maratón de Boston.
Kathrine Switzer, corredora de distancias largas y tan buena deportista como mujer comprometida, pensó en dar un paso adelante, buscar la forma de inscribirse, correr en nombre de todas las mujeres del mundo que no podÃan hacerlo y demostrar que esa ley machista debÃa eliminarse por completo.
“Venga, tengo un plan, un entrenador, y un objetivo: correr la maratón de Boston. Y vamos a hacerlo”. Indicó a su cÃrculo cercano.
Firmo su inscripción  como K.V. Switzer, sin especificar si era hombre o mujer, y fue aceptada. El primer paso estaba dado: tenÃa dorsal, el número 261, que ha pasado a la Historia como sÃmbolo de rebeldÃa en el deporte, de superación, de no rendirse ante una injusticia.
El dÃa de la carrera habÃa muchos rumores sobre ella, cámaras de todo el mundo se acercaron a cubrir el evento. Tras calentar, Switzer salió con su ritmo de carrera. VestÃa  una sudadera y unos pantalones largos. “No querÃa llamar demasiado la atención”,  recuerda con emoción.
Durante los primeros kilómetros, la sorpresa de los corredores, todos ellos hombres por supuesto, se mezclaba con gritos de ánimo por parte de esos compañeros de carrera. Pero entonces ocurrió un hecho que dio la vuelta al mundo. “De repente escuché unos zapatos corriendo deprisa detrás de mÃ. Me giré, y vi la cara más enfadada que nunca he visto. Era un oficial de carrera (Jock Semple, director del maratón). Me agarró de los hombros y me empujó, mientras gritaba ‘¡Fuera de mi carrera!’. Consiguió arrancarme el dorsal de atrás, mientras yo trataba de correr más fuerte. Entonces Arnie (su pareja de carrera y sentimental),  saltó y le dijo que me dejara, que él me habÃa entrenado y que estaba para competir, pero el juez seguÃa tratando de agarrarme y empujarme. Sólo porque era mujer. Y ahà ya apareció Tom para realizarle un placaje y tirarlo al suelo. ‘Corre como nunca’, me dijo, y nos pusimos los tres a correr como niños que huyen de una casa encantada”.
Asà que Kathrine  Switzer pensó que no podÃa parar de correr. Por lo que aquello significaba en ese momento y para futuras generaciones.  Cuatro horas y 20 minutos fue el tiempo que realizó en aquella histórica maratón de Boston. Un tiempo que después superarÃa con facilidad años  más tarde. Pero, por supuesto, el crono de aquella carrera es solo una anécdota. HabÃa corrido y habÃa demostrado que una mujer puede correr esa distancia como cualquier hombre.
Gracias a mujeres como Kathrine se revisaron esas estúpidas normas y fueron eliminadas.Â
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