Las personas solemos ser generosas y solidarias en cosas cotidianas. Pero no así en gestos o acciones que nos marcarán nuestras vidas. Los deportistas no son una excepción, a menudo cada vez nos llegan más imágenes con gestos generosos de deportistas en ciertas carreras, momentos concretos y/o acciones determinadas. Costaría más encontrar ver un tenista que disputando el quinto set de Roland Garros, viendo que su rival esta exhausto pare el partido, perdiéndolo, para que su rival no sufra. O que un jugador de rugby en la final del mundial no plaque y evite el ensayo de la victoria porque su rival está lesionado o que un delantero tenga la posibilidad de meter el gol de la victoria en la final del Copa de Europa y tire fuera porque el portero está lesionado. La montaña no es una excepción, no hay que recordar ahora los casos en los que personas fueron más allá del límite por llegar a una cima, conseguir ser los primeros y pasar a la historia. Poniendo en peligro no solo sus propias vidas, también la de los demás.
Este fin de semana nos ha llegado a una acción, de una deportista que vale la pena resaltar y destacar. Un caso de solidaridad hacía sus compañeros por encima de la gloria y la leyenda.
Una persona que deja atrás la seguridad del último campo de altura y arranca camino de la cima de una gran montaña recuerda, casi inevitablemente, a las primeras naves que sondearon el espacio. Sabían dónde ir pero nunca estaba claro que regresarían. Un alpinista que persigue la cima de una montaña como el Nanga Parbat, una cima que hasta hace unos días nadie había pisado en invierno, agita en su cabeza un cóctel explosivo de determinación y ambición permanentemente confrontado a la necesidad de sobrevivir. Alcanzar la cima puede ser más sencillo que tener fuerzas para deshacer el camino.
La italiana Tamara Lunger (29 años) abandonaba en el Nanga Parbat a tan solo 100 metros de la cima. La deportista trasalpina decidió dar media vuelta no porque no tuviera fueras para llegar, son 30 minutos más o menos lo que le quedaba y podía incluso haber descansado. Sino porque tras poner su nombre en la historia al ser la primera mujer en lograrlo en invierno, habría hecho la vuelta muy complicada a sus compañeros, peligrando sus vidas
“Es la primera vez en mi carrera de alpinista que asisto a una demostración tan emocionante de generosidad y ética aplicada a las montañas. En lugar de convertirse en la primera mujer en la historia en coronar un ochomil inédito en invierno, Tamara pensó en nosotros al renunciar. Es una de las cosas más increíbles que he visto en mi vida de escalador”, comentaba emocionado Simone Moro, amigo de la italiana.
“Tomar la decisión de renunciar al éxito no fue difícil, porque el hecho de tener que bajar, no fue solo un pensamiento en mi mente, sino un flash en mi cerebro. Creo que fue una combinación entre creer en Dios, mi enfoque espiritual de la montaña y el conocimiento de mi cuerpo, lo que me hizo tomar esta decisión. Y estoy seguro de que todo eso junto, salvó mi vida”… Comentó Lunger
Es posible que Lunger no vuelva a intentarlo. Qué ya no sea la primera. Pero su decisión es seguro que ha salvado su vida, la de sus compañeros y entrará en la historia como la “alpinista generosa”.
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