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Un ordenador pasa por primera vez el test de Turing y convence a los jueces de que es humano

Un ordenador pasa por primera vez el test de Turing y convence a los jueces de que es humano
José Manuel Nieves el

Se trata de la primera vez que una programa informático logra superar la prueba diseñada por Alan Turing en 1950 (en la imagen) para que las máquinas demuestren inteligencia. El anuncio suscita una agria polémica entre investigadores y expertos en inteligencia artificial.

Su nombre es Eugene Goostman, y ha logrado convencer a un tercio del jurado que le examinaba de que es un joven adolescente ucraniano de 13 años de edad. Responde a cualquier pregunta con una naturalidad pasmosa y hace alarde de un excelente sentido del humor. Sin embargo, y pese a las apariencias, Goostman no es humano, sino un programa informático. Uno que ha conseguido engañar al 33 por ciento de los jueces que le sometieron a prueba durante un test organizado el sábado pasado por la Royal Society de Londres. De hecho, y según los organizadores de la prueba, se trata de la primera “inteligencia artificial” que logra pasar el famoso test de Turing.

Eugene Goostman fue programado en 2001 por un grupo de investigadores rusos y desde entonces ha ido perfeccionando sus habilidades hasta conseguir engañar a más del 30 por ciento de los humanos que le interrogaban durante una conversación escrita de cinco minutos de duración. Y ese es, precisamente, el desafío propuesto a mediados del siglo pasado por Alan Turing en su histórico artículo “Computing Machinery and Intelligence”. Si una máquina lograba alguna vez superar el reto, significaría que era capaz de pensar.

“Siento que he superado el test de Turing de forma sencilla. Nada original”, aseguró el propio Goostman tras preguntarle cómo se sentía después de haber superado el reto.

“Nuestra primera idea -asegura Vladimir Veselov, uno de los programadores de Eugene Goostman- es que él pudiera decir que lo sabía todo, pero su edad hace que el hecho de no saberlo todo sea algo perfectamente razonable. Nos llevó un montón de tiempo desarrollar un personaje con una personalidad que fuera creíble”.

Por supuesto, el éxito de la prueba no ha tardado en suscitar controversias. Algunos expertos han tachado de “exagerado” el anuncio de los organizadores del evento, alegando que los programadores “utilizaron el sentido del humor” y la edad del personaje para que Eugene pudiera confundir a sus examinadores y ocultar sus tendencias no humanas.

Con todo, Eugene Goostman ha logrado convencer a muchos de que nació en Odessa (Ucrania), hace 13 años, de que su padre es ginecólogo y de que tiene a una cobaya por mascota. A lo largo de su existencia, Goostman ha sido sometido al test de Turing en varias ocasiones. Ya estuvo cerca de superarlo en 2001, 2005 y 2008. Y en 2012 logró convencer de su “humanidad” al 29 por ciento de los jueces que le examinaron durante una competición, que ganó contra otros cinco competidores artificiales.

Pero no fue hasta el pasado sábado, 7 de junio, cuando logró por fin superar el reto. Una fecha que, por cierto, coincide con el sesenta aniversario de la muerte de Alan Turing.

En la prueba participaron cinco “bots” y 30 jueces, cada uno de los cuales tomó parte en cinco conversaciones simultáneas de texto, cada una de ellas entre uno de los cinco ordenadores participantes y un ser humano real. Al final de la prueba, el 33 por ciento de los examinadores (un 3 por ciento más de lo estipulado por Turing) acabó convencido de que Eugene Goostman era realmente un adolescente de 13 años.

Muchos, sin embargo, niegan el valor de esta prueba. Y es que el hecho de que una máquina consiga engañar a un humano sólo prueba que esa máquina es capaz de imitar la inteligencia, y no que en realidad la posea.

Otros consideran que el anuncio es “simplemente ridículo”, ya que los programadores de Eugene trampearon el test de Turing al asignar a su programa una edad concreta y “disfrazar” sus respuestas con una capa de humor que terminó por confundir a los examinadores. Trucos, pues, y no auténtica inteligencia. Un hito que, según algunos expertos, no servirá más que para crear personajes de videojuegos más realistas…

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