Trescientos noventa metros de profundidad, maÌs de cincuenta grados de temperatura y un cien por cien de humedad. Parecen las coordenadas del infierno, pero no es maÌs que la tarjeta de visita de uno de los lugares maÌs fascinantes jamaÌs descubiertos por el hombre, un bosque de selenita pura oculto durante millones de años en el interior de una burbuja subterraÌnea en la que se han dado unas condiciones irrepetibles, pero necesarias, para formar los que son, hasta ahora, los cristales maÌs grandes del mundo. La fascinante cueva, en cuyo interior un ser humano apenas si puede sobrevivir ocho minutos antes de deshidratarse, ha sido filmada y fotografiada por Javier Trueba, que acaba de terminar un impresionante documental (al que pertenece el v�deo sobre estas l�neas) que muy pronto ver� la luz.
�En ocho minutos no da tiempo siquiera de llegar al fondo de la cavidad y volver�, explica Trueba, que ha pasado largos meses de trabajo en la Cueva de los Cristales. �Y en esas condiciones, filmar y hacer las fotografiÌas fue un auteÌntico drama. Tardamos semanas enteras solo para colocar el equipo de iluminacioÌn. Llevar dentro los focos, tirar los cables… Me llevaba un diÌa completo algo tan simple como colocar un foco. Todo, desde el suelo hasta el techo, estaÌ cubierto de cristales�.
�Andar sobre ellos es, de por siÌ, una dificultad. Hay que hacerlo muy despacio, Si se añade que hay que caminar cargado, a cincuenta grados de temperatura y con toda esa humedad, los ocho minutos que marcan el liÌmite de seguridad pueden convertirse en un infierno�. �Una entrada apenas si era suficiente para tirar unos metros de cable, o para hacer una simple medicioÌn�, recuerda Trueba. �Una experiencia muy dura, pero inolvidable�.
Desde luego, no se trata de un lugar hecho a la medida del ser humano. En el corazoÌn mismo de la mina de Naica, en el estado mexicano de Chihuahua, el liÌmite de supervivencia en el interior de este mundo maÌgico y peligroso apenas si llega a los ocho minutos. Permanecer dentro maÌs tiempo significariÌa una muerte segura por deshidratacioÌn. Los pocos que por ahora han tenido el privilegio de visitar la �Cueva de los Cristales�, saben lo que significa salir de ella sediento y con la ropa empapada en sudor, tras haber perdido varios litros de agua en menos tiempo del que se tarda en fumar un simple cigarrillo.
El geoÌlogo y cristaloÌgrafo del CSIC Juan Manuel GarciÌa Ruiz, del Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra, en la Universidad de Granada, ha sido uno de esos pocos, y el encargado ademaÌs de desvelar el misterio de la formacioÌn de estas descomunales estructuras cristalinas, que en Naica pueden alcanzar hasta los doce metros de longitud. Los resultados de su investigacioÌn sobre el terreno han merecido la portada de revistas como �Geology�. �Existen cuatro lugares en todo el mundo donde se pueden ver cristales mayores de un metro�, explica a ABC Juan Manuel GarciÌa Ruiz. �SegoÌbriga, en Cuenca , PulpiÌ, en AlmeriÌa, la mina del Teniente, en Chile, y la de Naica en MeÌxico, que es la capilla sixtina de los cristales gigantes�.
La m�gica cavidad mexicana es una cueva asociada a una falla por la que desde tiempos inmemoriales fluye el agua, que ha ido disolviendo la roca caliza hasta formar grandes salas. Dentro de la cueva, hasta que fue drenada por la ac- tividad minera, el agua circulaba. Un agua �muy rica en sulfatos y en calcio, que es precisamente la composicioÌn del yeso�, explica GarciÌa Ruiz. Todo comenzoÌ hace 23 millones de años, cuando se embolsoÌ en Naica una gran cantidad de magma caliente procedente de las profundidades del planeta que, en lugar de salir a la superficie, se quedoÌ atrapado alliÌ.
El magma generoÌ fluidos muy aÌcidos,lo que dio lugar a su vez a sulfuros de plata, de plomo y de zinc. �Al final, se formoÌ anhidrita (sulfato de calcio), que es lo mismo que el yeso, pero sin agua. Y el agua subterraÌnea fue lavando todo continuamente. La anhidrita se forma a 150 grados, pero con el tiempo se enfriÌa, de forma que en la zona que estaÌ maÌs proÌxima a la superficie la temperatura cayoÌ por debajo de los 58 grados. Y ahiÌ estaÌ el quid de la cuestioÌn�.
En ese momento, la anhidrita se volvioÌ inestable y se disolvioÌ, al mismo tiempo que el yeso se iba estabilizando. En otras palabras, se produjo un cambio de fase, durante el cual la anhidrita iba desapareciendo lentamente a la vez que se formaba yeso. �Para que estos cristales sean tan grandes es necesario que se forme un nuÌmero muy escaso de ellos. Y para que eso suceda hace falta que haya un aporte de material muy pequeño, pero continuo�.�
�Sabemos que los cristales se formaron precisamente a esas temperaturas porque encontramos en el interior de algunos de ellos unas burbujas de aire, que se conocen como �inclusiones fluidas, que quedan atrapadas en el momento en que el cristal se forma. Cuando las analizamos, encontramos en esas burbujas el agua con todos sus componentes originales. Es decir, el agua a partir de la que crecieron los cristales. Y vimos que se habiÌan formado a 56 grados. Si la temperatura hubiera sido inferior, por ejemplo de 40 grados, se habriÌan formado muchos cristales pequeños, que es lo que ocurre generalmente, y no unos pocos tan grandes�.�
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Fue una especie de milagro. Durante millones de años, se han mantenido en la Cueva de los Cristales estas precisas condiciones de temperatura y aporte de material en pequeñas dosis. No es posible saber exactamente cuaÌnto tiempo han tardado los cristales en formarse, porque durante largos periodos el crecimiento se detuvo, al subir o bajar las temperaturas. Los cristales se han formado, pues, a lo largo de diversos episodios de crecimiento, intercalados con otros de inactividad.�
�Ahora mismo, por ejemplo �comenta Juan Manuel GarciÌa Ruiz� los cristales no estaÌn creciendo, porque la cueva se secoÌ hace veinte años, cuando los mineros extrajeron el agua para explotar el siguiente nivel. La mina va ya por los 700 metros de profundidad, asiÌ que ahora estaÌ al aire todo lo que antes estaba sumergido�. La gran humedad del ambiente (la misma que pone al l�mite la resistencia humana) mantiene los cristales. Si no fuera asiÌ, el yeso se secariÌa, perdiendo sus dos moleÌculas de agua y volviendo a convertirse en anhidrita.
Gracias al grado de humedad actual la cueva puede aguantar asiÌ, sin crecer pero sin destruirse. Si se volviera a inundar, el crecimiento de los cristales tambieÌn se reanudariÌa. �Puede que esto suceda una vez que la mina deje de explotarse, dentro de unos veinte años, y el bombeo de agua se detenga. Todo volveriÌa a inundarse y a quedar como al principio. O puede que se siga bombeando el agua para que la cavidad no se inunde y se convierta en un patrimonio que todo el mundo pueda visitar�..�
�Es como estar en el interior de una sauna �recuerda el cientiÌfico� pero vestido y trabajando duro. Cada mañana, al entrar, toca revisioÌn meÌdica. Luego entras, estaÌs ocho minutos, sales deshidratado y necesitas litros de agua y bebidas isotoÌnicas. Media hora de descanso y otra vez adentro, otros ocho minutos maÌs�.