¿Tambores de guerra?
Pero hay otra cosa clara: quien sale ganando de todo esto es el terrorismo islámico, no el pueblo palestino, que sufre entre la prepotencia de unos y el radicalismo de otros. No se puede tachar a los palestinos de terroristas, pero tampoco olvidar que entre ellos los ha habido, los hay y, desgraciadamente los habrá. Hamás y sus aliados de Hizbollá, apoyados por Irán y Siria, se encargarán de ello. Porque son quienes recogen los resultados de una operación diseñada cuidadosamente en busca de unos objetivos que van más allá del alivio de la miseria de la población de Gaza.
Se envía una flota en la que se apuntan muchas personas de buena voluntad, junto a otras de marcada ideología de extrema izquierda, dispuestas a hacer el juego a quienes quieran atacar los valores de Occidente, denostados por los fanáticos del islamismo. Como muy bien ha explicado Francisco de Andrés, en su blog, si la flotilla llega a puerto, es todo un éxito, porque se ha roto el bloqueo, que podía ser burlado llevando la ayuda por Egipto. Si la flotilla no llega y además el miura israelí entra al trapo, mejor que mejor. La incipiente negociación entre Israel y la Autoridad Nacional Palestina –enfrentada a Hamás- queda condenada si no al fracaso, al menos al ostracismo durante bastantes meses.
Hace sólo un par de meses, el ex embajador israelí en Madrid, Shlomo Ben Amí, normalmente bastante ecuánime, evocaba con preocupación la posibilidad de un enfrentamiento bélico de Israel con el bloque formado por Irán, Siria, Hizbolla y Hamás. Hoy esa preocupación puede ser mayor y mucho más si, de alguna manera, se viera involucrada una agraviada Turquía, que, en poco tiempo ha pasado de ser una de las conexiones de Israel con el mundo árabe a uno de sus principales detractores. ¿Qué haría entonces la OTAN? Obama tiene, en cualquier caso, un serio problema.
Oriente Próximo