Gibraltar anda revolucionado desde que la mayoría de los británicos apoyaron que su país saliera de la Unión Europea. No fue un buen día aquel 23 de junio de 2016 para los gibraltareños, que, de manera abrumadora, querían que el Reino Unido siguiera en el club comunitario, porque saben que de ello dependía seguir en la privilegiada situación que han tenido hasta ahora.
España se apresuró a lanzar una oferta de cosoberanía a Londres, con unas condiciones que consideraba ventajosas para los ‘llanitos’, porque les permitiría estar dentro de la UE. Los gibraltareños no quieren ni oir hablar de cosoberanía, entre otras cosas porque ya dijeron cuando hace años se planteó el asunto, que tienen bastante con un soberano, o soberana, mejor dicho.
Así que, mientras avanza el proceso negociador entre Bruselas y el Gobierno británico, Gibraltar va percibiendo la realidad de que España tiene la sartén por el mango sobre su relación de futuro con la Unión Europea, y trata, por todos los medios de situarse en una posición lo más ventajosa posible para cuando se produzca la desconexión.
Ahora el Gobierno de Fabian Picardo tiene la oportunidad de analizar una propuesta que trata de ser imaginativa, que viene de la mano del Real Instituto Elcano, el think tank de estudios internacionales, cuyos informes son tenidos muy en cuenta por el Ejecutivo español. La propuesta figura en dos documentos publicados recientemente, detrás de los cuales está el investigador principal de Elcano Ignacio Molina. Uno de ellos es un análisis personal bajo el título ‘Gibraltar: una posible solución de soberanía difuminada y funciones compartidas‘ y otro un informe más amplio –‘España ante el Brexit’– suscrito junto a Salvador Llaudes, Miguel Otero Iglesias y Federico Steinberg.
Los documentos, según la síntesis realizada por la agencia Europa Press, proponen una solución al contencioso de Gibraltar, inspirada en los modelos de Andorra y de las islas de Man y del Canal (Guernsey y Jersey), y que sería una cosoberanía “difuminada”. Se trataría de convertir a la colonia en un territorio autónomo pero no independiente, vinculado a la Corona británica y a la española, sin Verja, con régimen fiscal especial y pertenencia a la UE aun después de la marcha de Reino Unido.
La fórmula toma de Andorra la peculiaridad de tener dos jefes de Estado (los copríncipes francés y episcopal) pero, mientras que el Principado es un Estado independiente, esta propuesta mira a las islas de Man y del Canal, territorios muy autónomos pero no independientes, que no pertenecen a Reino Unido pero están vinculados a él por ser dependencias de la Corona.
Para los aspectos prácticos de la vida diaria se mira a un tercer ejemplo: los de Büsingen y Campione d’Italia, territorios de soberanía alemana e italiana, respectivamente, pero enclavados en Suiza, que los ha acogido en su área aduanera, asistencia sanitaria y competiciones deportivas. La mayor parte de los asuntos cotidianos, como policía, moneda, educación o transporte público, se realiza de manera compartida entre los dos países.
En resumen, Molina apuesta por ofrecer una cosoberanía ‘difuminada’ o ‘diluida’, en forma de un “territorio especial muy autónomo” y “vinculado a dos Coronas”, una de ellas, la española, la de un país que seguirá en la UE después de 2019. De este modo, en lugar de que la bandera española ondease en el Peñón, se arriaría la británica -como en Man- y se diluiría la alusión a donde reside la soberanía, el territorio no abandonaría la UE y los gibraltareños votarían en España en las elecciones al Parlamento Europeo.
También existiría la doble nacionalidad y, para todas las demás cuestiones en que las autoridades gibraltareñas no fuesen autosuficientes, se aplicarían soluciones prácticas como las de los dos enclaves en Suiza. No habría ningún tipo de control en frontera y el régimen fiscal especial, aunque compatible con las normas europeas, podría ampliarse a todo el Campo de Gibraltar.
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