Desde hace más de un mes, ABC viene denunciando la oleada de ataques que se están registrado contra el legado de España en Estados Unidos: las estatuas de Colón están siendo objeto de numerosas agresiones -pintadas, decapitaciones, frases ofensivas, etc-, que se han intensificado en los últimos días, a medida que se acercaba el 12 de octubre, fiesta de la Hispanidad.
La ofensiva contra la herencia hispana en tierras norteamericanas se produce con la complacencia de alcaldes de algunas grandes ciudades como Los Ángeles, que lleva apellidos españoles, porque sus padres o abuelos nacieron en países de habla hispana, o con las de otro como el de Nueva York, dispuesto a incluir las estatuas de Colón entre los símbolos que recuerdan episodios de odio y han sido condenados a desaparecer.
Mientras, en España, con la connivencia de los ayuntamientos gobernados por Podemos y sus satélites se repiten gestos que tratan de rebajar la grandeza de la gesta de aquel 12 de octubre de 1492 cuando no de aprovechar la fecha para resucitar los peores tiempos de la leyenda negra que otros nos crearon y que nosotros, por desgracia, asumimos durante mucho tiempo sin rechistar. Quizás por ello, Nicolás Maduro, ha vuelto a cargar contra la Fiesta Nacional española pidiendo al Gobierno que la suspenda y que “indemnice” a los pueblos indígenas.
El origen geneovés de Colón ha hecho que Italia haya alzado la voz para protestar por la pasividad de las autoridades estadounidenses, que no parecen esforzarse mucho por evitar lo que está sucediendo. España, sin embargo, hasta donde se conoce, no está siendo muy beligerante en este asunto. Aunque se piense que la protesta puede no ser muy eficaz, no estaría de más que España hiciera oir su voz.
Hace sólo unos días, el que fuera embajador de España en Washington Javier Rupérez reclamaba del Gobierno español en un debate celebrado en el Hispanic Council sobre los hispanos en Estados Unidos, “una protesta activa y contundente por todas las barbaridades que se están diciendo sobre Cristóbal Colón” en algunos sectores estadounidenses.
Es posible que la atención lo que sucede en Cataluña impida al Gobierno dedicar más atención a otros asuntos, pero no puede cruzarse de brazos frente a la ofensiva que trata de distorsionar la realidad de lo que fue la llegada de España al Nuevo Mundo.
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