Un dÃa antes de que Carles Puigdemont anuncie la fecha del referéndum ilegal para crear una República independiente en Cataluña, los esfuerzos de José Mª Aznar se enfocaban en Albert Rivera, el hombre que ha elegido para ser la «cabeza visible de la defensa de la unidad de España en Cataluña». Haciendo equipo.
Los intereses de Aznar son meridianos. Remarcar el divorcio ideológico con su partido y ahondar en la distancia con Mariano Rajoy. ¿Los tiene tan claros Rivera? ¿Nadie le ha contado el significado del apoyo sin medida de Aznar? ¿Cómo le utiliza para sus fines de revancha y convertirle en su discÃpulo, más tipo Darth Vader que Joda? ¿Quién le asesora en esta maniobra?
¿Se le olvida que también Rajoy fue elegido a dedo por Aznar después de escribir su nombre en un cuaderno azul? ¿Que esa Comisión de Investigación sobre la Financiación Ilegal del Partido Popular que Ciudadanos ha pactado en el Congreso tiene de fondo la trama organizada por Francisco Correa, cuando se paseaba por Génova como por su casa, cuando Aznar era presidente? ¿Qué fue a su hija a quién Don Vito le regaló el equipo de luces y sonido del convite de su boda? ¿Que era El Bigotes quién se encargaba de sus mÃtines y de cómo iluminarlo para que no aparentara tener «siempre cara de mala leche»?
¿Sabe que la persona señalada por Bárcenas como responsable directo de las campañas municipales, autonómicas y generales de 2003 y 2004 investigadas en Gürtel fue la misma que le presentó en el Instituto Atlántico como alternativa de renovación «centrista, moderada y liberal»? Gabriel Elorriaga, hombre de confianza de Aznar, fue el responsable directo de esas campañas, aunque será finalmente Rajoy quién tenga que explicarlas en la Audiencia Nacional.
Rivera avisa de que será «radical» ante la corrupción, vistiéndose con la bandera de la regeneración, apostando por Aznar para apuntalar a Rajoy, sin conocer los datos que él mismo ha exigido investigar.
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