En su eterna carrera “armamentística”, los grandes grupos de la industria de la moda y los artículos premium no paran de tomar posiciones. Las novedades recientes indican una lucha enfurecida en la que las apuestas se convierten en opciones “casi peregrinas”.
Lidera el “pack” el grupo LVMH, Louis Vuitton Moët Hennessy, aunque cada vez con menos distancia de sus competidores, Kering (antiguo grupo Gucci), el grupo Prada y el grupo Diesel. A estos, se les suman los fondos de inversión más aficionados al sector y los nuevos grupos Indios, chinos y árabes, que están construyendo sus propios “imperios” a imagen y semejanza de los europeos, pero con menos “fundamento”, todo sea dicho.
LVMH acaba de anunciar que se ha hecho cargo del 45% del accionariado de la marca del joven diseñador Marco De Vincenzo, al que han ayudado -de pe a pá- en todos los pasos del montaje de su último desfile y al que conocían por diseñar desde 2001 para Fendi, una empresa participada por LVMH.
No conocemos las virtudes ocultas de De Vincenzo, pero nos parece una apuesta exagerada por parte de LVMH. Claro que los “Vuittones” están aterrorizados de ver que ya no se venden logos ni a los mismos “chinos” que se los cargaron, los copiaron y banalizaron. Así pues buscan “carne creativa fresca” para revitalizarse, cual vampiro en internado de monjas. Por lo menos, así despistan y parece que se han interesado de veras en la creatividad.
Pero De Vincenzo es solo la última vuelta a la tuerca. Recientemente contrataron a JW Anderson para darle un giro a Loewe. De no obrarse un milagro, tal giro no tendrá lugar porque lo llevan intentando desde 1996 en que compraron la marca y han desfilado todo tipo de directivos y creadores con resultado igual a menos cero al cociente y bajo a la cifra siguiente
En los últimos años hemos visto como competían Kering y LVMH por comprar marcas como Christopher Kane o Nicholas Kirkwood a toda prisa, o como Krizia ha sido comprada por el grupo chino Shenzhen Marisfrolg Fashion Co. Ltd que abrirá tiendas asiáticas inmediatamente.
El año pasado, LVMH también compró la excelente casa de lanas Loro Piana y cada día nos desayunamos con una noticia más. Y es que los grandes grupos necesitan ideas y gente nueva, y los diseñadores más jóvenes necesitan apoyo financiero y empresarial para abrir tiendas, crecer y organizarse. Un matrimonio perfecto.
Mientras que el grupo Prada se concentra en fortalecer sus potentes marcas (Prada, MiuMiu, Church y Car Shoe) con envidiables resultados – escaldados de compras inútiles en el pasado-, el grupo de Diesel, el holding “Only the Brave” (Solo los Valientes), -vaya horterada de nombre para una empresa de moda- intenta entrar en el sector de la alta moda y de los artículos Premium, tras ganar un fortunón vendiendo vaqueros por todo el mundo. Y es que su fundador, Renzo Rosso, no se quiere quedar atrás. Se dedica a comprar marcas “nicho”, algo marginales, como hicieron sus competidores en el pasado, para ver cual puede crecer de verdad y –entre medias- fardar un poco.
Con mucho por aprender en la gestión de negocios de moda, ya que antiguamente Diesel era solo mayorista, ha comprado la Maison Martin Margiela, Viktor & Rolf, Marni –su mejor adquisición- y ahora tantea Cavalli como cocodrilo acercándose a la orilla. Mientras, gestiona Dsquared y Vivienne Westwood.
Un nuevo grupo Qatarí de lujo, liderado por la jequesa “guapa, ya le quitó de las manos la casa Valentino. Así que Rosso, que no sabe que hacer con la pasta desde su pueblo cerca de Padua, compra hoteles, radios, vinos, editoriales y cualquier cosa con glamour para darse un buen barniz de elegancia.
Pero el grupo LVMH, ducho en la materia, no se dejará tomar ventaja: saben que por un “módico precio” pueden ir comprando nombres y dando que hablar. La cobertura en prensa de estas novedades es inevitable. A estas líneas me remito. Estaremos pendientes de la lucha de titanes cada vez más poderosos.
