Del miriñaque a la minifalda, pasando por la guerrera abotonada.
Las cosas están cambiando. Desde el inicio de sus funciones públicas, la mujer se tuvo que limitar en el terreno de la moda a trajes de chaqueta tipo Kim Jong Un, el líder norcoreano. Un atuendo, incómodo, impersonal y anticuado. Si, si, igual que el de los hombres occidentales. Pero las mujeres no nos resignamos.
Hace ya más de dos siglos que, en plena Revolución Industrial, el hombre renunció a las medias blancas, los bombachos de terciopelo y las camisas con florituras para vestir más cómodo de cara a las nuevas profesiones emergentes. El arte de vestir de modo sofisticado quedó reservado exclusivamente para las mujeres. A partir de ese momento, la apariencia de una señora se convirtió en el símbolo del estatus de su marido.
Pero en los años 40, la Segunda Guerra Mundial sacó a las mujeres de casa y las metió en un dos por tres en fábricas, oficinas y hospitales. Su nuevo atuendo se creó como la réplica perfecta del uniforme del masculino. Y así empezaron a generalizarse los trajes con falda, las chaquetas con hombreras y las “guerreras” de larga botonadura. De ahí a Thatcher y Merkel, varias décadas sin cambiar un ápice. Pero las mujeres, más díscolas y creativas para las cosas del vestir, nos rebelamos como gato panza arriba.
Cuando “ellas” están en el poder, deben mimetizarse con la sociedad a la que representan. Si bien es cierto que están en su derecho de vestir con naturalidad, es prudente no olvidar mostrarse de acuerdo con las expectativas de sus votantes y en realidad, con las de todo su pueblo.
Recientemente, un elenco de ministras europeas han dado un nuevo giro al tradicional atuendo de las “mandamasas”.
1. Maria Elena Boschi. Italiana. 33 años. Ministra de las Reformas Constitucionales y Relaciones con el Parlamento. El rol no sabemos bien en qué consiste, pero ella está estupenda. A menudo va embutida en pantalones pitillo y tacones. Cuando firmó el cargo ante Giorgio Napolitano, se inclinó en exceso hacia la mesa. Las fotografías dieron lugar a todo tipo de montaje y causaron revuelo en internet. No era para tanto. Hasta Silvio Berlusconi dice de esta socialista del gobierno de Renzi: “es demasiado guapa para ser comunista”. La llaman “ministra superstar” o “Miss Parlamento”.