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Blogs Laboratorio de Estilo por María Luisa Funes

Pertegaz: se nos fue el sastre valiente

Pertegaz: se nos fue el sastre valiente
María Luisa Funes el

Pertegaz: elegancia y perseverancia.

Delgadito, discreto y callado. Siempre parapetado por sus sobrinas. Admirado pero no adorado. Respetado pero no ensalzado. Este aragonés de pura cepa, con el temperamento y los bemoles que caracterizan a los de “Teruel también existe” , se atrevió a salir de su zona de confort muy joven, en una época en la que uno se lanzaba al abismo sin red debajo.

 

Como si hubiera pasado por un master en dirección de empresa, Manuel Pertegaz supo desde el principio que los tres secretos del éxito comercial en la moda según las escuelas de negocios americanas eran: “location, location, location”. Y abrió su taller de Barcelona en la Diagonal y la tienda de Madrid en la estupenda esquina de Velázquez con Hermosilla.

Aburrido de que nada ocurriese en esta España nuestra de finales de los años 40, empezó a viajar a París para conocer gente, estudiar a su competencia y enredar para arriba y para abajo. Décadas después, en el siglo XXI, es el joven que no sale al extranjero el que comienza a convertirse en el raro: pero ya no tiene mérito la cosa. En los años 40, exportar a lugares desconocidos era una aventura, pero a Pertegaz no le dolían prendas y era raudo al coger la maleta y tantear nuevos mercados sin saber ni una palabra del idioma.

Cuando los nuevos modistos europeos comenzaron a dar el salto a Nueva York en los años 50, a Pertegaz le faltó tiempo para apuntarse al carro. Presentó sus colecciones en Nueva York, junto a Valentino o Balmain, recorriendo parte de la costa este de Estados Unidos con gran éxito y participando incluso en montaje del vestuario del musical “Hair”.

Pertegaz comenzó a utilizar la entonces innovadora técnica del desfile para presentar sus colecciones por todo el mundo. Llevaba las prendas a distintos países y continentes. Cosechó grandes éxitos en Méjico y recibió la medalla de Oro de la ciudad de El Cairo. Comenzó a hacerse con una importante clientela de actrices y personalidades varias, que incluían a Audrey Hepburn, Jackie Kennedy, la Condesa de Romanones  o Ava Gardner, pero también a la mucho más tradicional Carmen Polo de Franco.

Tocaba muchos registros con maestría: era un modisto con mil caras. Si bien no creó una línea o un estilo concreto, siempre fue su objetivo que sus clientas lucieran impecables y favorecidas.

En 1969 casi se puede decir que ganó “él solito” la edición del festival de Eurovisión, ya que la cantante Salomé puso el baile y el cante, pero siempre se recordará esa imagen del “Yeti, hombre de las nieves” con un mono azul de Pertegaz que llevaba cientos de canutillos de porcelana turquesa.

Supo combinar la audacia de ese tipo de creación, con la discreción moderna y elegante de muchos trajes que realizó en los 70 para la Reina Sofía o Bibis Salisachs. Pero el fin de la alta costura como fuerza dominante de la moda y el desarrollo del prêt-à-porter, hicieron mella en la casa Pertegaz, que si bien siguió estando en funcionamiento, ha sido de modo tranquilo y testimonial.

Premiado por doquier en España y fuera de ella, su mayor homenaje en vida fue ser elegido como creador del vestido de novia de Doña Letizia Ortiz para el día de su boda con el entonces Príncipe de Asturias y hoy Rey Felipe VI. Recurrir a Manuel Pertegaz suponía un valor seguro para la Casa Real, ya que el costurero turolense era meticuloso y elegante, pero también sabía dar un toque de grandeza a sus prendas. Era uno de los mejores modistos de España y su elección deseaba mostrar el compromiso de la Corona con las artes catalanas, aunque realmente el gran Pertegaz provenía del antiguo Reino de Aragón.

Homenajeado recientemente con un documental sobre su vida, el modisto Manuel Pertegaz ha muerto en su casa de Barcelona a los 96 años, según ha confirmado su sobrina Sionín a este diario. Ni ha desaparecido el último couturier del mundo, como dicen algunos, ni tuvo opciones reales de dirigir Dior, como dicen otros. Pero sí se nos ha ido un auténtico señor, un genial creativo, un empresario lanzado, correcto, honrado, trabajador y buen maestro, que siempre dejó el pabellón de la moda española bien alto.

 

 

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