Comienza la semana de la moda de Nueva York con una tormenta de nieve, algo frecuente en esta época del año. La ciudad parece vacía.
Las tiendas están cerradas, los restaurantes con la puerta a cal y canto y pocos son los coches que circulan.
Los colegios no han abierto y la mayor parte de las oficinas tampoco. Los que han trabajado, cerraran el “quiosco” a las 3 de la tarde según recomendación del gobernador Cuomo.
Abundan los quitanieves y las palas en una ciudad llena de coches cubiertos bajo una capa de nieve de unos 25 centímetros.
Las predicciones para esta noche anuncian fuertes vientos y la situación actual de Manhattan, no es peor que la de Staten Island, Queens, Long Island e incluso la del vecino Estado de Connecticut. Pocos niños se ven jugando en las zonas residenciales. Los aeropuertos de LaGuardia, Newark y JFK han cancelado muchos vuelos.
La televisión y los programas informativos, aconsejan no salir de casa.
Pero el sector de la moda no abandona las “naves” que se dirigen a los desfiles y una compacta y dinámica banda de periodistas del sector abandonan sus hoteles en mitad de la tormenta de nieve para asistir a la presentación de las colecciones.
Han acudido de los 5 continentes para cubrir esta semana, que cada año tiene más importancia en la moda global, y ahora no se quedan atrás, apoyando a las casas de moda.
En los backstages el calor de los secadores y las luces, conforta a las invitadas de la prensa. Y la pasarela sigue, como si nada, haya nieve, viento, agua o frío. (desfile de la marca española Desigual).
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