La colección de otoño invierno 2018 desfiló ayer en París con propuestas de una simplicidad que combinaba la artesanía con lo industrial, creando moda desde cero, con un punto de partida auténtico e independiente.
El estilo refinado, innovador y algo british del Loewe actual, se ha consolidado en la semana de la moda parisina. Ayer, en el interior de la Maison de l’UNESCO de Paris, tuvo lugar el desfile de la histórica casa española, en un recinto cuajado de esculturas neodadaistas del japonés Tetsumi Kudo y piezas de mobiliario del estilo gótico victoriano.
Ya nadie se sorprende con el delicioso hilo conductor de las piezas de cuero en boxcalf natural, pura artesanía, ni de la rareza de algunos bolsos, ni tan siquiera de la habitual joyería extralarge que J.W. Anderson, nacido en Irlanda del Norte, crea para la gran casa de origen madrileño.
Pero si de algo pueden presumir ahora en Loewe, después de tantos años siguiendo la estela de otras marcas, es de estar creando moda desde cero. Ayer, los atuendos de Loewe demostraron que se puede dotar de un toque británico a una colección, sin dejar atrás un aire estudiado de rebeldía y descuido.
Desfiló una larga serie de magníficos abrigos de pata de gallo en tonos marrones. Las trencas de corte clásico se alternaron con las pellizas polares de piel reversible y con las gabardinas de bolsillos exentos. Los vestidos camiseros, que combinaban la tela y el cuero en la formación de los pliegues, creaban un efecto nunca visto, mientras que las faldas y vestidos de largo midi, de grandes pliegues con caída, paseaban lánguidos y elegantes sus tonos tierra.
J.W. Anderson ideó capas cortas en tonos arena, rematadas con pieles al cuello y acompañadas de minibotines marrones. Los elegantes y austeros vestidos largos se llevaron a cabo en blanco y negro, con toques de lunares y fulares extra largos. Los cinturones caídos, las bandoleras, bolsos dos asas y las mochilas oversize en tonos naturales y acabados sencillos pero llenos de precisión, se convirtieron en propuestas de una simplicidad revolucionaria.
Una nueva version del bolso ‘Gate’ y varios bolsos de dos asas forrados en tejido de pata de gallo y cuero, se sucedieron por zapatos con suela de perfil redondeado y estructura cómoda, una llamada al futuro próximo en el que reinará el calzado adaptado al pié y al camino. Quedó patente la extrema modernidad de los botines con suela y base de caucho con empeine en cuero ajustado por una cremallera central. Y no quedaron atrás las femeninas sandalias abiertas negras de tacón, atadas con lazadas cruzadas.
Entre la bisutería, destacaron los pendientes circulares de tamaño extremadamente grande, que colgaban asimétricamente de los lóbulos de la oreja de algunas modelos como si de ovnis desérticos se tratase. El formato oversize, un ligero toque masculino, el estilo british, la artesanía a flor de piel, la modernidad sin concesiones, la apuesta por la comodidad y el efectista cambio de materiales, se vieron coronados por la entrega de novelas emblemáticas publicadas por Loewe. La serie, de 5 libros, entre los cuales están Madame Bovary de Flaubert, Drácula de Bram Stoker y nuestro Don Quijote de Cervantes, protagonizará la nueva campaña de publicidad de otoño invierno, bajo la ultramoderna mirada fotográfica de Steven Meisel. Una buena mezcla de referencias, partiendo de la auténtica innovación.