Fugit irreparabile tempus.
La palabra efebocracia fue acuñada por el filósofo José Ortega y Gasset en 1927, refiriéndose al gobierno o “la tiranía” de los más jóvenes.
Aunque la definición de efebo puede ser “mancebo o adolescente de belleza afeminada”, ya en la Grecia clásica, los efebos eran los postulantes a ciudadanos, de entre 18 a 20 años, que seguían una educación militar, la efebia. La palabra efebo no tiene por qué ser peyorativa pero sí que indica juventud.
Si seguimos la idea de Miguel de Cervantes de que la valía de cada cual solo se mide por lo que ya ha llevado a cabo, el efebo sería un principiante poco experimentado. Un rasgo externo de los efebos de la Antigua Grecia era la poca abundancia de vello debido a su edad. Y estos últimos veranos han revelado mucho sobre el fondo y la forma de nuestra nueva generación de políticos. Desconocemos si los políticos de estos años pasados se depilaban el torso, aunque sospechamos que lo llevaban en su mayoría en plan “rústico”.
En cambio, la nueva hornada de políticos, nos ha salido bastante lampiña, o cuando menos se hace la cera en el “pecho lobo”, o se pasa el Epilady por el andamiaje. Tienen una relación de amor/odio con los temas capilares. El que no sueña con ponerse un implante en el pelo “para no perder el mochete”, desearía depilarse la espalda o se afeita las piernas como un nadador.
Estos detalles, que en realidad carecen de importancia, revelan una gran atención a la forma y recuerdan la relación greco-romana entre la juventud, la falta de experiencia y la falta de vello, cuando la forma y el fondo, van de la mano. Aunque los ciudadanos de entre 58 y 65 años están en el momento más lúcido de su capacidad intelectual, los convertimos de repente en jubilados forzosos, queriendo ceder a jóvenes efebos las riendas del poder. Fugit irreparabile tempus.
Otros temas