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La desconocida tiara de Eugenia de York

La desconocida tiara de Eugenia de York
María Luisa Funes el

La princesa evitó ayer  llevar la diadema de su madre y lució la Greville Kokoshnik del joyero de la Reina Isabel II.

La expectación causada por la boda de Eugenia de York ha sido inesperadamente exagerada y quizás producto de la promoción actual del turismo, tanto en el recinto de Windsor como en el Reino Unido en general. La nieta de Isabel II destacó por su tradicional apariencia pero dio que hablar por su especial tocado.

Eugenia de York, segunda hija del príncipe Andrés y de Sarah Ferguson, lució ayer extremadamente elegante durante el día de su boda en Windsor. Se había especulado que su vestido podría ser obra de Ralph & Russo o de Erdem. La sorpresa fue mayúscula al escoger Eugenia un vestido de Peter Pilotto y Christopher De Vos, cuyo diseño, bastante tradicional, parece más bien ideado por la Familia Real que por el revolucionario duo de creadores, que hace unos años incluso creó una colección de ropa atípica para los supermercados Target.

Con un gran escote en forma de “V” que dejaba sus hombros al descubierto, la parte trasera del vestido mostraba a propósito las costuras de la operación de columna por la que Eugenia tuvo que pasar a los 12 años, un tema alrededor del que giran muchas de sus propias actividades benéficas. El resto del vestido parecía venir de la época en la que se casó su propia abuela, con una tradicional falda plisada voluminosa inspirada en los años 50. La cola la llevaban los pajes, vestidos de Amaia Kids, una marca española que triunfa entre los miembros más jóvenes de la familia Windsor. Entre ellos, se encontraban sus sobrinos George y Charlotte, hijos del príncipe Guillermo y Kate Middleton.

Pero lo que más destacó del atuendo de Eugenia fue su tocado: evitó el velo, una nueva tendencia muy en alza y huyó de la tiara  más esperada, la “York”, pieza que regalaron la Reina y el príncipe Felipe de Edimburgo a Sarah Ferguson con motivo de su boda con el principe Andrés en marzo del 1987. En su lugar, la Reina Isabel II, mostrando su especial relación con la princesa, le prestó una exquisita pieza de su joyero, la tiara Greville Kokoshnik de esmeraldas que perteneció a la Reina Madre y que -no obstante – iba a juego con el vestido verde drapeado elegido por Sarah Ferguson, siempre con los colores irlandeses por bandera.

BARONESA MARGARET GREVILLE

La tiara Greville Kokoshnik es una espectacular pieza creada por Boucheron en 1921 para Margaret Greville y heredada por la Reina Madre en 1942. Margaret Greville, socialité británica nacida como Margaret Helen Anderson se casó con el baron Ronald Henry Fulke Greville y fue una gran amiga de la Reina Mary de Teck, abuela de la actual Reina de Inglaterra.

Al morir sin descendencia, cedió parte de su legado a la Reina Madre, nuera de Mary de Teck. La Reina Isabel nunca ha utilizado esta tiara e incluso podría ser que se la cediese de por vida a la princesa Eugenia de York.

La tiara, elaborada en platino y diamantes, con una gigantesca esmeralda central de 93 kilates en el centro y 6 esmeraldas menores a los lados, es de estilo Kokoshnik, un nombre que hace referencia a un tipo de tocado que las señoras casadas utilizaban en Rusia entre los siglos XV y XVIII, ya que debían cubrir su cabello.

Abolido el tocado kokoshnik por Pedro el Grande durante su reinado, Catalina la Grande lo devolvió a la actualidad medio siglo después en su intento por revitalizar la cultura y las raíces rusas. Durante la época comunista, los kokoshniks acabaron escondidos en el fondo de los baúles familiares mientras que en la actualidad se trata de un estilo de nuevo en alza, ya que representa la moda histórica del norte de Rusia.

  

Eugenia, que tras su boda seguirá conservando su título de princesa, acompañó la tiara Greville de unos pendientes a juego regalo de su ya marido, Jack Brooksbank, y optó por un peinado recogido con los mechones frontales sueltos, muy al estilo Markle. Su hermana mayor, la princesa Beatriz, dejó estridencias atrás y fue muy favorecida con un vestido azul y una diadema de tela de color morado. Las York parecen haber dejado atrás su fama de desaciertos en el vestir.

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