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Jan Taminiau, el modisto de Máxima, conquista Madrid

Jan Taminiau, el modisto de Máxima, conquista Madrid
María Luisa Funes el

¿Vuelve a ser la costura el invento más moderno? Un modisto de salón en la corte de Holanda irrumpe en Madrid con éxito.

Esta semana en Madrid hemos podido disfrutar de un ritual que llevaba tiempo desaparecido. Se trataba del exquisito desfile privado de Jan Taminiau, modisto de la reina Máxima de Holanda, que ahora divide su tiempo entre Madrid y los Países Bajos.

En un mundo digital y globalizado, el anacrónico ritual de la costura está lleno de matices interesantes. La costura y los eventos únicos, representan el verdadero lujo en la actualidad. Ahora que las prendas de muchas marcas se realizan en serie, en el interior de dudosos talleres en China, India o Bangladesh, ofrecer piezas únicas, elaboradas por expertos a la medida del cliente, es la mayor sofisticación.  

Las invitadas al primer desfile privado de Jan Taminiau en Madrid eran señoras elegantes, poderosas, independientes, miembros de la nobleza y aficionadas al arte y la costura. Conscientes de que la verdadera costura es la máxima expresión de la distinción femenina, son mujeres que dan importancia a un proceso que discurre lento, en una industria de moda que va rápida.

La cita, a las 5:30 de la tarde en un día entre semana, se anunciaba con invitaciones impresas enviadas a domicilio. El desfile tuvo lugar en un elegante apartamento privado, acondicionado a modo de estudio para la ocasión. Allí, la impecable selección de invitadas, entre las que estaban Alicia Koplowitz, Ana Gamazo, Pilar Medina Sidonia, Miryam Ungría o Carolina A. Herrera, pudo admirar de cerca, con luz y con tiempo, colecciones de prendas de singular belleza.

Jan Taminiau, paseaba tranquilo entre las sillas dispuestas alrededor de dos salones y explicaba en detalle el complejo proceso de elaboración de cada prenda que las modelos lucían pausadamente con el tradicional número de orden en la mano. Las fichas individuales de pedido sobre las sillas de las invitadas, completaban un attrezzo sacado directamente de los desfiles de salón de la mitad del siglo XX.   

Hasta ahora, Jan Taminiau desfilaba en Amsterdam, Bruselas e India, pero ha decidido integrar Madrid en su recorrido.  “Siempre supe que quería dedicarme a esto, a crear prendas únicas para embellecer a las mujeres por arte de magia: intento realzar el tono natural de la piel de cada una, administrar los volúmenes y crear piezas en movimiento con las que las señoras se sientan seguras y poderosas al entrar en una fiesta”.

El interés de Jan por la costura comenzó junto a su abuela, una entendida en antigüedades y moda: “me gusta todo, pero mi gran afición desde entonces son los bordados complejos y el drapeado. Algunos de los vestidos, que pueden pesar hasta 7 kilos,  llevan incorporado un complejo sistema de pedrería y bordados, que se apoya sobre una estructura base en tul u organza”.

“El vestido azul de la reina Máxima para la gala de la Coronación de Guillermo de Holanda lo cambió todo. Lo que inició como cualquier encargo profesional, me ofreció una exposición mediática inesperada”. Jan nunca quiso trabajar para otras marcas o formarse en los talleres de otros modistos, sino que pasó de la escuela de costura directamente a montar su propia marca hace ya más de diez años. Trabaja en la paz y tranquilidad de una casa de campo a 20 minutos de Amsterdam, donde sus clientas pueden llegar con la más absoluta privacidad.

El desfile ofreció una delicada y elegante propuesta que iba desde un monos en tono topo con drapeados frontales, a vestidos largos cuajados de cuentas, vestidos capa con hombros abiertos e incluso un vestido de novia con efecto devoré sobre tres telas superpuestas, la organza, el tul y el georgette.

Taminiau seguirá como hasta ahora, con sus selectos desfiles privados en varias ciudades del mundo y un sistema que va de 3 a 5 pruebas, según la dificultada de la pieza. Se distancian en un total de unos dos meses. Su especialidad, los vestidos largos, se adaptan a la silueta de cada clienta, a la ocasión e incluso al hecho de ésta tiene o no que bailar. Se prepara la toile de cada vestido antes de llevarlo a cabo en el material definitivo y en el caso de los vestidos más cargados de pedrería, se prepara la estructura en tul u organza para que las cuentas bordadas se adapten impecablemente a la silueta. Las camisas van desde 1000 euros hacia arriba, los vestidos cortos  a partir de 4000 y los largo desde los 10.000 euros. Como siempre en la costura, no existe límite de complicación, materiales o precio.

En un mundo en el que las producciones de grandes casas de costura como Chanel y Dior elaboran piezas cada vez más modernas y ligeras, tanto que en ocasiones no parecen salidas de un desfile de alta costura ni se distinguen a simple vista de las colecciones de prêt-à-porter, las sofisticadas creaciones de Jan Taminiau destacan por devolver el sueño de la costura a la realidad. Delicioso anacronismo.

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