Que noticia tan rara. La Casa Real británica anuncia convocando a todo su staff que el príncipe Felipe de Edimburgo abandona los deberes reales. Cuando la prensa mundial aguardaba paciente algún grave anuncio de muerte o enfermedad, resulta que se trata de que en otoño, o sea, dentro de unos meses, el duque de Edimburgo dejará sus deberes Reales, deberes que nunca estuvieron claros ni fueron obligatorios según la Constitución británica, que no había anticipado el rol de un consorte de su calibre.
Raro, raro, raro. O se retira por no aguantar la llegada de Meghan Markle a la Monarquía, mulata y actriz ella, o para disfrutar de más tiempo con sus amistades más cercanas. En cualquier caso, se echará de menos la figura elegante, insolente, orgullosa y poderosa del marido de Isabel II.
Pero, con toda sinceridad, o el duque está muy grave o dudamos de que pueda contenerse y aparecerá en público y al mando. Aunque sea dos pasos más atrás de su esposa, como siempre, con su impecable físico y su siempre adecuado atuendo, Felipe de Edimburgo es aún uno de los hombres más elegantes de la esfera mundial. Esos ojos de águila de 95 años, lucen hundidos pero aún están llenos de curiosidad.
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