Los viajes hispanoamericanos de los Obama han sacado a relucir el muy llamativo guardarropa de la primera dama norteamericana y las dotes de baile de la pareja presidencial.
Tras su visita a Cuba, el vestido de Carolina Herrera de flores con el que descendió del avión en el aeropuerto José Martí de La Habana se agotó de inmediato.
A su llegada a Argentina, Michelle Obama sorprendió de nuevo con otra creación de un modisto hispano, un vestido negro con un círculo naranja discontinuo, obra de Narciso Rodríguez.
Más tarde, en la charla sobre formación del Centro Metropolitano de diseño, la esposa del nuevo presidente argentino, Mauricio Macri, rivalizó en estilo con Michelle. Juliana Awada, de origen sirio, eligió un atuendo muy distinto al de la norteamericana.
Awada lució un sencillo conjunto de pantalón palazzo de la marca María Cher, que iba bien con la chaqueta en tono blanco roto, mientras que Michelle no escatimó en flores azules y negras en su vaporoso vestido.
Una con falda, la otra con pantalón; una maquillada como una puerta, la otra casi sin maquillar; una con un pelo impecable tras horas de tratamientos, la otra con una simple coleta. Una de colores, la otra de blanco. Cada una a su manera, las dos primeras damas triunfaron por su estilo particular y por saberse sacar partido. Empate técnico entre dos mujeres profesionales y atractivas. Probablemente Juliana es más elegante, pero Michelle Obama impacta, guste o no.
Ha sido quizás el tango de Barack Obama en la cena con la pareja presidencial argentina, la imagen que más ha marcado el viaje por ahora.
Obama, un estupendo bailarín, estuvo prudente y algo soso: está claro que por que no quiso ser más sensual. Porque saber, sabe. Los Macri y los Obama, todo lo solucionan bailando. A ver si funcionan las cosas mejor integrando un poco de ritmo a la política internacional.