El español Fernando Pons quedó apeado del sueño americano demasiado pronto, en solo 16 manos. Partía con una gran desventaja en fichas y, pese a su intensiva preparación, no le acompañó la suerte, imprescindible en esteos casos. Su proeza no ha sido pequeña. El ganador del torneo principal de las Series Mundiales de Póker también merece una reseña. Qui Nguyen, de origen vietnamita, es un superviviente con el olor de la guerra todavía en la piel. Si se conoce su vida, no resulta tan sorprendente que aguantara vivo hasta el final en un campo de batalla en el que tomaron la salida 6.737 personas.
Fernando Pons se llevará a casa, a la espera del hachazo de Hacienda, un millón redondo de dólares. Obviamente estará contento. Los saltos de premios entre posiciones tampoco le permitían haber ejecutado una estrategia muy distinta. «¡Gracias a todos! Una pena no haber podido hacer nada más, pero bueno, a disfrutar ahora y que me quiten lo bailado», escribió en Twitter tras caer eliminado.
Nguyen consiguió el premio gordo de 8.005.310 dólares, 7,2 millones de euros. El también estadounidense Gordon Vayo se resistió a conciencia, durante seis horas y casi doscientas manos, un intercambio de fichas permanente que tuvo lugar, como es tradición, en el teatro Penn & Teller del hotel Río, de Las Vegas. Si vas por allí, no dejes de ver el espectáculo de estos dos magos.
Pero lo más interesante no es el resultado deportivo, sino el camino que llevó a Nguyen hasta la gloria del naipe. Ante de contarlo, recordemos la clasificación final y el correspondiente premio de cada «November nine»:
1 Qui Nguyen (EE.UU.): 8.005.310 $
2 Gordon Vayo (EE.UU.): 4.661.228 $
3 Cliff Josephy (EE.UU.): 3.453.035 $
4 Michael Ruane (EE.UU.): 2.576.003 $
5 Vojtech Ruzicka (República Checa): 1.935.388 $
6 Kenny Hallaert (Bélgica): 1.464.258 $
7 Griffin Benger (Canadá): 1.250.190 $
8 Jerry Wong (EE.UU.): 1.100.076 $
9 Fernando Pons (España): 1.000.000 $
Nguyen era uno de los menos experimentados de la mesa final. Antes de este torneo, su mayor premio en vivo era de 9.000 dólares. Sus antecedentes familiares son de película. Según cuenta el canal deportivo ESPN, su tía Huong Nguyen llegó a Estados Unidos en 1972, al final de la guerra de Vietnam, como novia de un soldado americano. Se llevó además a su sobrino Duc, de solo siete años, y a su hija de dos. Duc creció, se convirtió en ciudadano americano e incluso combatió en los Marines durante más de dos décadas. Luchó en Irak y Afganistán, donde fue herido y condecorado en varias ocasiones.
Su apego a la banderas de las barras y estrellas estaba fuera de toda duda, circunstancia que no le hizo olvidar a la familia que se había quedado atrás. Siempre que podía, enviaba dinero a su país de origen. En 2011, logró que llegara a California su hermano pequeño Qui, que logró trabajo en un salón de manicura. «Era solo un trabajo», explicó el futuro campeón. «No me gustaba demasiado, pero necesitaba el dinero».
Dos años después, sus amigos estadounidenses le enseñaron a jugar al póker, donde pronto se vio que tenía una habilidad especial, además de un estilo de juego muy agresivo, que le valió el apodo de Tommy Gun (o Tomasito pistola). A falta de suficientes partidas caseras, Qui Nguyen se aficionó al póker online, aunque en 2005 fue a Las Vegas por primera vez y se enamoró al instante de la ciudad del vicio. Dos años después ya se había instalado definitivamente allí.
Para su desgracia, sin embargo, también conoció otro juego de cartas, el baccarat, en el que solía perder buena parte de lo que ganaba con el Texas Hold’em. Qui calcula que se habrá perdido en el primero cerca de un cuarto de millón de dólares a lo largo de su vida. Desde 2008, ha jugado varios torneos de las WSOP, aunque hasta este año solo había conseguido premio en uno de ellos.
Antes de su triunfo dijo que después de la mesa final dejaría de jugar (ya no necesita pelearse por conseguir dinero) y que donaría un 10 por ciento de lo ganado para ayudar a los más desfavorecidos en Vietnam. A sus 39 años, lleva siete casado y tiene un hijo de cuatro años. Si juega bien las cartas de la vida, no les faltará de nada.
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