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Blogs Jugar con Cabeza por Federico Marín Bellón

«El póquer me salvó de las drogas»

Federico Marín Bellón el

La pasión por el póquer salvó su vida. Al menos eso cuenta Greg Merson, un estadounidense de 24 años que esta semana ganó el torneo principal de las Series Mundiales de Las Vegas. La victoria supuso para él mucho más que el brazalete de campeón y los 8,5 millones de dólares (6,5 millones de euros) que acompañan al primer premio. Durante cerca de doce horas, en la final más larga de la historia, demostró a sus dos últimos rivales -antes habían caído otros 6.686- que no estaba dispuesto a dejar escapar el triunfo. Lo necesitaba más que nadie. «No sé dónde estaría, ni si seguiría vivo, si no tuviera esta pasión», asegura. En menos de un año había salido del infierno del alcohol y las drogas para convertirse en campeón del mundo. 

Greg Merson rompió a llorar cuando ganó la última mano. Fotos: Reuters

Merson era un buen estudiante cuando se graduó e ingresó en la Universidad de Maryland. Sin ningún motivo especial, empezó a fumar hierba a diario. Casi al mismo tiempo descubrió el póquer en televisión. El dinero que ganaba en las mesas lo empleaba en pagar su creciente adicción. «Quizá en mi caso fuera una desgracia tener una fuente de ingresos tan sencilla», reconoce. Cuando dio el salto a la cocaína, ni siquiera sus habilidades con los naipes eran suficientes para pagar sus crecientes gastos. A menudo se encontraba con que no tenía suficiente dinero para ganar más dinero. Es lo que los jugadores llaman una mala gestión de banca.

Cuando Greg pasó de ser un estudiante de primera a un desastre con pésimas notas, supo que tenía que salir de aquel pozo sin fondo. El primer paso fue empezar a asistir a un grupo de toxicómanos anónimos, hasta que  en el verano de 2007 consiguió «estar limpio». Tres meses después, les dijo a sus padres que además de las drogas pretendía dejar los estudios para centrarse en el póquer. Donna y Stan Merson se quedaron de piedra. Pero lo peor de todo no fue la lógica incomprensión familiar, sino que Greg se dio cuenta de que no era lo suficientemente bueno para dedicarse al juego a tiempo completo. Volvió a matricularse en sus estudios, solo para contentar a sus progenitores, pero dejó de ir a clase enseguida. «Sabía que simplemente tenía que seguir mis sueños», explica en declaraciones al diario «The Baltimore Sun»

Greg Merson enseña orgulloso su brazalete de campeón

Poco a poco, Merson aprendió a ganar dinero y recuperó a sus padres, pero entonces volvió a salir lo peor de su carácter y comenzó a beber, al principio de forma ocasional. En un suspiro perdió sus ganancias de más de tres años. Si al final salió una vez más adelante, insiste Merson, es porque hubo tres cosas que no le fallaron nunca: su familia, sus amigos y el póquer. Hace menos de un año, después de su última rehabilitación, juró no volver a caer en ninguna de sus viejas adicciones para concentrarse en el póquer, no como otro vicio más, sino desde un punto de vista profesional. Hasta hoy.

Muchos temen que los millones ganados en Las Vegas solo supongan una tentación más. Cuando un rey y un cinco le dieron la última mano y con ella la montaña de billetes de la fotografía, rompió a llorar. Solo él sabe cuántos malos momentos se amontonaron en su cabeza. Según dice, ni siquiera era dinero lo que buscaba. Lo que anhela Merson es respeto, propio y ajeno. Por eso le atrae la competición, ganar otros torneos y demostrar que es capaz de superar sus flaquezas. Quiere ser admirado «como uno de los grandes de todos los tiempos». Y para eso necesita no recaer.

(Este texto, con ligeras variaciones, fue publicado el pasado día 1 de noviembre en la contraportada de ABC en papel)

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