Leontxo García es el mayor divulgador del ajedrez en castellano y uno de los principales en cualquier idioma. Nacido en Irún en 1956, lleva décadas escribiendo sobre el juego de reyes, lo que le ha permitido visitar más de cien países, casi siempre persiguiendo alguna historia o personaje relacionados con las 64 casillas. Acaba de publicar el libro «Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas», un compendio de algunos de los mejores relatos con los que se ha encontrado a lo largo de su carrera, contados con su amenidad habitual, sobre «la relación mas intensa que pueden tener dos seres humanos sin tocarse». Publicado por Editorial Crítica (21,90 euros), el libro nació gracias al impulso de algunos buenos amigos. El resultado es más que recomendable, incluso si el lector no sabe distinguir un alfil de un caballo. De hecho, es difícil leer este volumen y no sentir ganas de conocer más o de empezar a jugar inmediatamente. Leontxo fue campeón de Guipúzcoa y tiene el título de maestro FIDE (también ha jugado al balonmano), por lo que no habla solo de oídas, como tantos periodistas, deportivos o no.
Leontxo García vuelca toda su pasión en difundir las bondades del juego-ciencia, con un entusiasmo inagotable. En las páginas del diario «El País», donde tiene una columna diaria fija (por desgracia, rara vez le dejan más sitio en los últimos tiempos) y en los micrófonos de Radio Nacional de España, donde colabora con Pepa Fernández, ha podido mantener el contacto con sus innumerables seguidores de todo el mundo. En México pude comprobar cómo le paraban familias enteras para pedirle autógrafos y fotografiarse con él, en un festival con varios grandes maestros de primer nivel. A su popularidad suma una paciencia casi infinita con sus admiradores.
Cuando empecé a escribir de ajedrez en ABC, era inevitable no pensar en el trabajo de Leontxo como un modelo a seguir, hasta donde fuera posible. Es un conferenciante de memoria prodigiosa y conoce un millón de anécdotas, a las que suma una enorme capacidad de documentación. Por mucho que uno lo haya leído o escuchado en sus charlas, el libro siempre descubrirá algún detalle nuevo o una historia desconocida. A mí me resultaba imposible leer cuatro páginas seguidas sin hacer algún alto para tomar notas, pensando en futuras entradas para este blog.
En el libro, Leontxo se hace innumerables preguntas y las responde con erudición y honradez, con profusión de argumentos y citas de estudios. Por qué las mujeres juegan peor que los hombres, cómo hacen los ciegos para jugar al ajedrez, ¿es un deporte?, ¿sirve el dopaje para algo?…
«Ajedrez y ciencia…» también cuenta sus citas secretas con Bobby Fischer y, mi capítulo favorito, incluye una larga entrevista con el maestro internacional y científico Fernand Gobet, especializado en cuestionar cualquiera de los cientos de estudios disponibles sobre las ventajas que supone jugar al ajedrez. A Leontxo le honra haber incluido este combate entre la ingenuidad bondadosa del divulgador y el especialista que ejerce de abogado del diablo.
Ambos coinciden en algún punto, sin embargo, aunque no queda claro si las clases de ajedrez son tan buenas por la materia en sí misma (Gobet también defiende que las clases de póquer o de go pueden tener el mismo efecto beneficioso, por ejemplo) o porque los profesores están más motivados y por tanto son más queridos y seguidos por los niños. La verdadera pregunta, dice Gobet, es cómo podemos aprender de estos profesores de ajedrez, para que motiven al resto.
Leontxo García, por cierto, dirige estos días en Buitrago de Lozoya el I Congreso de Pedagogía y Aplicaciones Sociales del Ajedrez, el primero de este tipo en España, que tiene lugar en las instalaciones del Colegio GSD Buitrago. Participan algunas de las personas más interesantes en este campo, como la excampeona mundial Susan Polgar, Adriana Salazar, Joaquín Pérez de Arriaga, Anna Rudolf y mi buen amigo José Ángel López de Turiso. Espero poder contar algo sobre el congreso en próximas entregas.
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