Viktor Korchnoi y Wolfgang Ullmann han celebrado en Zúrich, ciudad mítica en la historia del ajedrez, un duelo de veteranos en el que si alguien tenía miedo a los años era el tiempo. El exsoviético, doble subcampeón mundial, cumplirá el 23 de marzo 84 años. Su rival, excandidato al título y once veces campeón de Alemania del Este, alcanzará los 80 seis días más tarde. El enfrentamiento, que tuvo lugar en el club más antiguo del mundo, como era menester, terminó con empate a dos sin ningunas tablas en el casillero, en una demostración más de que la combatividad no está relacionada con la edad.
«Para quienes sustituimos a Dios por el ajedrez, estar en el hotel Savoy de Zurich a un metro de Víctor Korchnói equivale a asistir a misa», tuiteaba Arturo Pérez-Reverte, uno de los invitados al torneo de Zúrich, donde también se disputa una competición principal de primer nivel. Viswanathan Anand, Vladimir Kramnik, Levon Aronian, Sergey Karjakin, Hikaru Nakamura y Fabiano Caruana se juegan los garbanzos en la ciudad suiza.
Uhlmann no pudo repetir la broma de Mieses, que ya he contado alguna vez, cuando a los 84 años derrotó a Dirk van Foreest, de 86, y proclamó: «Ha triunfado la juventud». En realidad, el mérito de Korchnoi alcanza casi la categoría de milagro, por cuando a su avanzada edad debe sumar un estado de salud muy delicado. Ha sufrido ya dos ictus y necesita una silla de ruedas para moverse.
En una vieja entrada contábamos cómo se recuperaba de uno de sus derrames en una clínica de Wohlen, muy cerca de donde acaba de jugar. Poco antes nos hacíamos eco de su increíble victoria en el torneo de Gibraltar sobre el joven prodigio Caruana, quien ha confirmado los mejores augurios y ya es número tres del mundo, pese a que Nakamura y Giri le pisan los talones.
La vida de Korchnoi (Leningrado, 19341) podría contarse en una novela de intriga. Incluso ha inspirado alguna película, como «La diagonal del loco», que ganó el Oscar a la mejor película en lengua no inglesa en 1985, con Michel Piccoli en «su» papel, aunque el personaje se llamaba Akiva Liebskind. Entre sus escritos, destaca el libro «El ajedrez es mi vida», actualizado en 2011 con el título «El ajedrez es mi vida… y algo más» (puedes leer la reseña en este enlace). Pronto espero hablar de otra obra, no editada en España, pero de indudable interés: «The KGB play chess», escrito en colaboración con el también disidente Boris Gulko y otros autores.
El torneo de Zúrich, cuyas partidas pueden seguirse en la web oficial, es posible gracias al patrocinio del mecenas Oleg Skvortsov, propietario de los Gemological Laboratories de Moscú. Además de Pérez-Reverte, aficionado a lo que él mismo llama «el arte de matar», figura como invitado de honor el renombrado celista ruso Boris Andrianov.
Vemos la tercera partida entre Korchnoi y Uhlmann. El primero, con negras, se defiende con acierto, fiel a su estilo, y acaba controlando la partida, con el rey blanco en un paseo nada placentero hasta el centro del tablero:
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