Hace poco más de un año contábamos por aquí la historia de Archie Karas, el mayor «afortunado» de la historia del juego. Anargyros Karabourniotis, como se llama en realidad, tuvo una racha ganadora, conocida como «The Run», en la que transformó en poco más de dos años, entre 1992 y 1995, 40 dólares en 40 millones. El estadounidense de origen griego los perdió luego en unos pocos meses, pero eso es otra historia. Karas fue detenido en San Diego (California) en julio de 2013, después de que las cámaras del casino lo pillaran marcando el dorso de las cartas altas que pasaban por sus manos. Ahora sale en libertad condicional, aunque deberá pagar 6.860 dólares (unos 5.500 euros).
Archie Karas, de 64 años, había ganado unos 8.000 dólares antes de ser descubierto, según quedó demostrado en el juicio, informa la agencia Reuters. Según el fiscal, Andrew Aguilar, utilizaba una sustancia para marcar los naipes con sus dedos. Hacía tres señales distintas, según se tratara de un as, de una de las figuras cuyo valor es un 10 en el blackjack, o de una carta entre el siete y el nueve. «Eso le daba un margen pequeño», aseguró Aguilar, pero que en el blackjack supone una ventaja enorme». La organización que controla la limpieza en el juego en California y Nevada lideró una investigación en la que se descubrió el material para marcar las cartas en el domicilio de Karas. El ahora liberado solo espera que le concedan el permiso para regresar a Las Vegas, donde tiene fijado su domicilio, y cumplir allí el arresto domiciliario.
Su historia es digna de una película. Anargyros Karabourniotis empezó sus correrías en su Grecia natal. A los 17 años se escapó de casa para enrolarse como marinero y recorrer el mundo, antes de llegar a los Estados Unidos. Allí protagonizó «The Run». La historia completa de Anargyros Karabourniotis incluye su no menos famosa racha perdedora, que según el profesional del póker Tom Sexton apenas duró tres semanas. Los dados y el baccarat fueron su perdición, aunque jugaba a todo clase de juegos, incluso puede que al cinquillo. Su vida era una montaña rusa y solo algunos días sus ganancias o pérdidas eran inferiores al millón, con unos márgenes de volatilidad salvaje.
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