Federico Marín Bellón el 08 may, 2010 El pasado día 5 cumplía 99 años, última proeza de Andor Lilhienthal, el último de los 27 grandes maestros que estrenaron el título en 1950, cuando fue creado por la Federación Internacional de Ajedrez para reconocer el mérito de los mejores. El jugador, nacido en Moscú en el seno de una familia húngara -su madre era cantante de ópera-, falleció ayer en Budapest de jaque perpetuo, tras una larga enfermedad. Andor Arnoldovich entrenó a dos campeones mundiales, Petrosian y Smyslov, ayudó a Fischer como confidente y amigo y conoció al resto, salvo a Steinitz. En el mítico café Regence, de París, derrotó a Alekhine por 3 a 1 en cuatro partidas rápidas. Tras maquillar el resultado en la última de estas partidas, el campeón pidió la revancha, que Lilienthal rehusó con la mayor amabilidad posible: “Doctor, preferiría conservar este resultado para el resto de mi vida”. Andor también venció en encuentros oficiales a Capablanca, Lasker, Euwe, Botvinnik y Smyslov, todos ellos campeones del mundo. El siglo XX le dio tiempo a casarse tres veces. Descubrió a Zhenechka, quien sería su primera esposa, entre el público del torneo de Moscú, en 1935. «Abandonaré si no me presentan a esa mujer», amenazó a los organizadores. Estuvieron juntos medio siglo. Le sobrevive Olga, su última conquista, tres décadas menor que él. Con noventa y tantos años todavía conducía su Toyota y escribía una columna sobre el juego. «Cuando me preguntan por qué mantengo la lucidez, contesto: el ajedrez me ha ayudado». Lilienthal, en Bilbao, en 1934, en unas simultáneas contra 121 rivales Durante la Olimpiada de Turín, en 2006 Ajedrez Tags AlekhineBotvinnikEuweFischerLaskernecrológicasPetrosianSmyslov Comentarios Federico Marín Bellón el 08 may, 2010