Genio inconsciente, el pelotero alemán Podolsky dijo un día que el fútbol era como el ajedrez, “pero sin dados”. El bueno de Lukas ignoraba que el nuestro es un juego wysiwyg, sin cartas milagrosas corriendo por la quinta calle ni cubiletes, pero acertaba en lo esencial: el azar también sabe esconderse como un piojo invencible tras la calva reluciente del peón. La cochina suerte, vamos, también baila algunas tardes sobre el tablero. Kramnik, destapado como gran farolero, espera ahora a Carlsen media cabeza por delante en la recta final hacia el campeonato del mundo. Terminada una jornada memorable, nos aguardan otras dos apasionantes.
Después de pasarse la primera vuelta sin ver puerta, Kramnik ha adelantado en dos zancadas al favoritísimo noruego en el Torneo de Candidatos que gira en la noria de Londres. Providencial fue que Aronian, en palabras de Susan Polgar, eligiera en posición muerta “el único plan perdedor posible”. El niño tuvo además el día tonto contra Ivanchuk, otro genio sin miedo y por una vez con reloj, y de repente ya no es tan obvio quién retará al campeón indio. Incluso el descabalgado Aronian cree que todavía puede ocurrir cualquier cosa.
La capacidad de sobreponerse a sus bofetadas es el sello de calidad de los genios. Carlsen la ha demostrado con creces, pero enfrente tiene a un gigante que ya en su día superó a su incrédulo maestro: Garry Kasparov. Silvio Danailov, sombra eterna de Topalov, apuntaba en Twitter que ahora veremos de qué pasta está hecho Magnus. “Vamos a desearle suerte; el ajedrez lo necesita”, añadía el búlgaro. No es la persona más imparcial del mundo, pero no le falta razón. Ni siquiera al invocar, como Podolsky, algo tan prosaico como la suerte.
Clasificación después de 12 rondas:
1. Kramnik 8
2. Carlsen 7.5
3. Aronian 6.5
4. Svidler 6
5-6. Grischuk, Gelfand 5.5
7. Ivanchuk 5
8. Radjabov 4