El primer Mundial oficial de random chess (o ajedrez960, o ajedrez de Fischer) es todo un éxito, antes incluso de conocer al ganador. Magnus Carlsen y Wesley So jugarán la final, después de derrotar a Fabiano Caruana y Yan Nepomniachtchi (¿hace falta añadir lo de «respectivamente»?). Después de las doce tablas del último Mundial clásico, el porcentaje de empates bajó de forma dramática. Las partidas resultaron más emocionantes e imprevisibles y los jugadores dieron un gran espectáculo. El campeón del mundo fue uno de los más firmes defensores de esta modalidad, que parece haber llegado para instalarse.
En general, todo fue en Oslo mucho mejor de lo que nadie podía esperar. Muchos comentarios eran tan entusiastas que casi parecía que el ajedrez tradicional tiene los días contados. Incluso fue necesario recurrir al VAR, o algo parecido en una de las partidas; los jueces revisaron un intento de enroque en el que «Nepo» tocó la torre antes que su rey, en teoría algo ilegal. Como si el enroque no fuera lo suficientemente complicado en el ajedrez960. Yasser Seirawan se preguntaba en la retransmisión oficial si no deberían permitir usar las dos manos en este tipo de ajedrez.
Es la primera vez, que yo sepa, que un árbitro juzga la intención del ajedrecista y no los hechos objetivos, casi como en el fútbol. No estoy seguro de que eso sea bueno, pero sí que en todo momento imperara la deportividad. Se acabaron firmando unas tablas que evitaban males mayores. So se ganó el cariño de la comunidad ajedrecística por su comportamiento ejemplar.
El Fischer Random Chess consiste en sortear la posición de las piezas (los peones se mantienen en la segunda fila), lo que da lugar a 960 posiciones posibles. Es imposible preparar las aperturas como en el ajedrez tradicional. Ello da lugar a posiciones antinaturales, según sus detractores, pero las ventajas de esta modalidad son evidentes. Una de ellas, señalada por Carlsen, es que las negras pueden luchar por la victoria desde las primeras jugadas. Por otro lado, es necesario pensar desde la primera jugada, sin largas variantes estudiadas con las tablas como resultado más probable. A cambio de la incertidumbre del sorteo, los jugadores tienen unos minutos antes de cada partida para estudiar la posición inicial. Una ventaja añadida es que pueden hacerlo con ayuda de un ordenador.
Otro acierto de este torneo es la alternancia de ritmos de juego. Los dos primeros días se jugaron dos partidas a un ritmo denominado «slow rapid» (cuatro en total con 45 minutos por jugador, en los que la victoria vale 3 puntos). El tercer día hubo cuatro partidas «fast rapid» (dos puntos por ganar a un ritmo de 15 minutos) y otras cuatro «blitz» (un punto cada una, a 3 minutos más 2 segundos de incremento por jugada). No fue necesario llegar a los desempates –el famoso Armagedón– en ninguno de los dos duelos. Este miércoles es día de descanso y el jueves, viernes y sábado tendrá lugar la gran final, entre Carlsen y So.
La final se podrá seguir en directo en los principales portales de ajedrez. Los oficiales son www.Chess.com/TV y www.Twitch.tv/Chess. El ganador se llevará a casa 125.000 euros, mientras que 75.000 serán para el segundo clasificado. Tercero y cuarto ganarán 50.000 y 40.000.
El primer día de juego, ambas semifinales terminaron con un empate a tres, pero en la de Carlsen y Caruana hubo mucha más emoción. El noruego perdió la primera partida y se recuperó en la segunda, mientras que So y Nepo entablaron las dos. A partir de ahí, fue casi un festival para Magnus y Wesley, a la postre finalistas, aunque Fabiano se las arregló para prolongar la agonía al ganar una segunda partida, mientras que el representante ruso se fue de vacío, después de desaprovechar alguna oportunidad. «Me pregunto si se puede ser más estúpido y desafortunado», comentaba Nepomniachtchi en Twitter.
Así fue el resultado final:
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